Refutación al Folleto de Carlos Vicuña Fuentes

La lectura del folleto del señor Vicuña Fuentes, nos deja la convicción de que merece una refutación de nuestra parte por los conceptos erróneos que en él se vierten respecto a la I. W. W. organización sindicalista a la cual alude en los siguientes párrafos: (pág. 12) “Como ejemplo tomaré los principios de la I. W. W. tal como se predican a nuestros obreros en el folleto azul, que tuvo en 1920 tanta resonancia. Dichos principios pueden calificarse de criminales porque son falsos, anti-sociales, perturbadores y predicados de mala fe”. Los principios de 1920 fueron reformados en la Convención efectuada los días 15,16, 17 y 18 de Mayo de 1921 y el folleto azul abolido; en consecuencia, es falso que actualmente se prediquen. (pag. 13) “Sostienen los I. W. W. que los productos son efectos del puro trabajo. Con este principio se desconocen los factores Capital, organización política, organización social, ciencia, arte y coordinación o gobierno, sin los cuales la producción es imposible”. Los productos son efecto del trabajo manual o intelectual de los hombres. El capitalismo no es factor de trabajo; es al contrario salario no pagado al trabajador y es también producto acumulado, acaparado al capricho de su poseedor y restado a la sociedad para lucrar con las necesidades de esta. El capital, es decir: la tierra, las ciencias, las artes, la maquinaria y sus productos no pueden ser representadas por dinero o crédito, pues esto no pertenece ni es la obra de nadie sino de la sociedad y al servicio de ella debe estar para que todos produzcan según sus fuerzas y aptitudes y consuman según sus necesidades. Y a eso van los sindicatos obreros, a coordinar los esfuerzos de los productores hoy y mañana, cuando esté destrozado el régimen capitalista, todos los seres humanos, proletarios o burgueses, tengan que satisfacer y llenar las necesidades de la Humanidad con el menor y el más homogéneo esfuerzo posible, e impulsar el progreso de la maquinaria que reemplaza él desgaste físico y aún mental de los hombres en la producción. (pág. 15) “Las clases sociales no son enemigas: cooperan realmente aún en los momentos de mayor crisis. Así por ejemplo, en medio de una huelga que es una guerra declarada del proletariado al capital, los obreros en huelga siguen alimentándose del pan acumulado por la burguesía, siguen viviendo en las casas edificadas por la burguesía, siguen aprovechando todos los beneficios intelectuales y sociales creados por la burguesía”. Las clases sociales son enemigas económicamente. La huelga no es una guerra declarada por el proletariado. Es todo lo contrario. La declara el capitalista al negarse a aumentar el jornal mísero, al negarse a disminuir la jornada excesiva, al negarse a hacer más humano el trato con sus operarios, al negarse a dejar de ser el censor espiritual de sus obreros. “Que durante las huelgas se habita la habitación edificada por la burguesía”. ¡Qué sarcasmo! “El pan acumulado por ellos” (pero no de ellos solamente). “Y sigue aprovechándose de todos los beneficios intelectuales y sociales creados por la burguesía”. En la página 13 dice: “El capital que se crea y se conserva mediante el trabajo, es pues un elemento indispensable de la producción y es, en consecuencia, falso que los productos sean un efecto del puro trabajo, que pertenezcan por entero a los trabajadores. En realidad pertenecen a la sociedad porque son un resultado del concurso social. ¿En qué quedamos? ¿Es de la burguesía o es de la sociedad en general? Como se ve afirma, niega y justifica. (pág. 18,) “4.º También es falso el principio que considera como un enemigo del proletariado a la burguesía. (pág. 20) “Por la exposición que precede, se ve que hay en el fondo, una verdad en el ataque a la burguesía; pero considerado en globo lo que los proletarios llaman burguesía, el ataque es erróneo e injusto. Desde la página 18 hasta la 20 el señor Vicuña nuevamente afirma, niega y justifica a la vez el ataque a la burguesía ¿Cuál es la conclusión? (pág. 21) “Sin propiedad en absoluto, la sociedad como realidad actual, desaparecería, pues la propiedad es el símbolo del trabajo o del sacrificio, cuya dación es el fenómeno social elemental”. La propiedad privada de la tierra es el origen fundamental del problema social, pues es el factor básico de la miseria, de la injusticia y por consiguiente, de la rebeldía de los que no la poseen para poder desarrollar sus facultades atrofiadas, amordazadas por el régimen económico de la propiedad privada. Nosotros creemos que la solución al problema social está fuera del principio de la propiedad privada. (pág. 20) “La solución de esta parte del problema es fácil, pues bastará con quitar el título de propietario a todo aquel a quien la propiedad no corresponda a la gestión real de un negocio industrial”. Y en la página 23 dice: “Naturalmente como este principio de la propiedad privada no es absoluto sino eminentemente relativo a la utilidad social, etc”. Nótese nuevamente la frase afirmativa subrayada y el párrafo que copiamos de la página 21. Nuevamente el señor Vicuña afirma, niega y justifica. (pág. 25) “También son erróneos los medios de lucha elegidos por los obreros, sobre todo la huelga y el sabotaje (1). (pág. 26) “La función propia del proletariado en la vida industrial es la del subordinado que opina pero que obedece.” Esto es paradójico. La opinión humana racional subordinada obediente a la “razón de Estado” de tanto por ciento del industrial es inútil. Dentro de este principio se justifican todas las tiranías, todas las opresiones. (pág. 26) Si se mira el problema desde un punto de vista elevado, el proletariado al declararse en huelga no procede socialmente, movido por razones superiores, sino por egoísmos perturbadores. La huelga llegará a ser justificada cuando ella sea un castigo moral a patrones crueles, injustos, codiciosos, que trabajen en industrias dañinas y mortíferas o que exploten a niños o mujeres o cuando sea un medio de hacer respetar algún principio superior atropellado por gobernantes o industriales”. La huelga jamás (y esto lo podemos justificar con una encuesta si es necesario) ha sido provocada por otra causa que las que el mismo señor Vicuña expone, agregando sólo la huelga por disminución de la jornada diaria para así dar lugar a que trabajen los desocupados del reparto por turno que dispone la “redondilla”. (pág. 27) “Por último estimo que estos principios se predican de mala fe. No creo que los corifeos revolucionarios, sean tan simples cómo para creer que la sociedad se organizará definitivamente sin propiedad, sin gobierno, sin capitales, sin crédito, sin jefes industriales, en una continua lucha de clases sostenida por un odio inextinguible. Es evidente que estos principios son sólo una táctica revolucionaria para mantener el descontento en las filas del proletariado a fin de que éste, contribuya con su fuerza a cambiar el régimen burgués por la pretendida dictadura del proletariado”. Eso de la “mala fe” que el señor Vicuña nos atribuye, y eso de criminales no lo tomamos en cuenta; son exabruptos escapados debido talvez a su ligereza nerviosa; reafirmamos hoy serenamente que la propiedad es una injusticia, “el gobierno” una subordinación tiránica, morbosa y absorbente. “Los capitales” existen con nosotros y los queremos para el servicio de todos. No negamos el capital. Acusamos al capitalismo y queremos su extinción. “El crédito” como el agio es una llaga del capitalismo. “Los jefes industriales” creemos que son los técnicos y nunca lo hemos repudiado puesto que la producción se hace y perfecciona con el concurso de ellos y por eso luchamos para que se acerquen a los sindicatos, y aún más, nosotros impulsamos la capacidad técnica de los obreros para llegar a ser tales. “La lucha de clases” no los hace incubar odios contra las personas de los burgueses sino contra sus privilegios atentatorios. Por eso es justa nuestra lucha contra el Capitalismo, pues desaparecerán el capitalismo o sus clases y el odio que engendran. El problema social no es un problema de clases; es un problema humano. Y hay que solucionarlo con el concurso y la buena voluntad de todos o de una mayoría. “La dictadura del proletariado” no la queremos ni la propagamos: la combatimos junto con todas las dictaduras burguesas, teocráticas o proletarias. Sostenemos el Comunismo Libertario: la tierra, la maquinaria, las ciencias y las artes para todos los que quieran cooperar a su engrandecimiento y producción, todo esto a base de una equitativa y humana distribución, prescindiendo de la forma de gobierno actual homogénea para cosas heterogéneas. Y sí con una administración técnica para cada industria, ciencia o arte, que impulsarán el progreso, fuente de mayor bienestar para la humanidad.

ARMANDO TRIVIÑO.

(1) El sabotaje no figura en nuestros principios aprobados en la convención de 1921 que son los que sostenemos y propagamos. No se incluyó porque no perseguimos la destrucción sino la socialización de la maquinaria.