Teatro

Pedro Siena, el querido actor y poeta, que tantas simpatías cuenta en el público, tiene el propósito echar raíces en Santiago. Mientras dure este buen propósito, Pedro Sienna mantendría a los lectores de “Claridad”, al corriente de la actualidad teatral de la semana. Pocos escritores están tan indicados como nuestro redactor para ofrecer al público un concienzudo estudio sobre la actualidad del tablado.

Mario – Padin y los autores nacionales

Los payasos se van, dijo en esta tierra un exquisito espíritu –que también se fue– y la Compañía Mario Padín cumpliendo con el rigor de esta ley farandulesca se marcha con rumbo a Iquique. Yo tuve la honra de ser el primer galán de este conjunto, durante su estada en la capital y los miro partir con pena; porque debo quedarme aquí, donde me reclaman otras actividades. Con este motivo me daré el placer de dar cuenta, semanalmente a los lectores de CLARIDAD del movimiento teatral que se efectúe en nuestros escenarios. Digna de todo encomio ha sido la labor desarrollada por la compañía durante los tres primeros meses de su permanencia en Santiago. Fuera de una regular cantidad de traducciones del francés –Bisson, Tristán Beranrd, etc.- y de teatros de la otra banda, hemos estrenado un buen número de obras nacionales, originales de nuestros principales autores: Víctor Domingo Silva, Armando Moock, Berguño, Shanty, Yánez, Hurtado Borne, Acevedo Hernández, Cariola y otros. También debemos anotar los estrenos de dos autores de la compañía, Juan Ibarra y Nicanor de la Sota, que por cierto no han sido de los últimos en el éxito. En resumen, se ha enriquecido nuestro acervo teatral con unas cuantas obras de cierto mérito, que indiscutiblemente se mantendrán en el cartel ante todo público consciente. En primera línea se destaca “Las aguas muertas” de Víctor Domingo, “Vidas inútiles” de Ibarra y “Pueblo chico, Infierno grande” de De la Sota. La primera alcanzó quince representaciones con buena asistencia y las dos últimas se sostuvieron con amplio beneplácito del soberano. Víctor Domingo es suficientemente conocido del público y tiene bien asentada su fama para exonerarnos de entrar a mayores detalles. Cuanto a Ibarra y De la Sota, es preciso advertir que debutaban, vale decir que por primera vez se presentaban a afrontar la crítica seria y lograron salir airosos de la prueba. Ibarra construyó una comedia de costumbres, del bajo pueblo en la que no se sabe si aplaudir más, el ambiente fielmente retratado, la honradez de los tipos o la fraseología netamente criolla. “¡Misericordia¡” de Moock, tuvo mala suerte. Nos queda grande. No está nuestro público preparado para aceptar en la escena, casos como el escabrosísimo que plantea el celebrado autor de “La serpiente”. Eso es muy fuerte para nosotros. A pesar de todo hay que dejar constancia que se trata de una verdadera obra de arte. Los demás estrenos pasaron sin mayores elogios ni censuras. En total la temporada que termina ha sido una de las más grandes en producciones teatrales y por ello debemos felicitar a nuestros autores y a Mario. Que en todo momento trató de relevar en lo posible con su pericia de viejo director, toda labor encomendada a su custodia y presentación. Le deseamos a él y compañeros buen viaje y próspera fortuna. Y que no sean ingratos; que escriban.