Una viril carta de mujer

Un compañero nuestro nos entregó esta carta. Nos dijo que era una mujer quien la había escrito y no quiso decirnos más. En verdad, hay en ella esa indignación santa que sólo las mujeres saben sentir. Va dirigida a un poeta que hace luengos años sintió ajitarse en su garganta el verbo sagrado de las rebeliones. Hoy ese hombre es como cualquiera otro, si escribe sus palabras ya no tienen el fuego y la virilidad de antaño y cuando no escribe se arrastra en quien sabe qué sendas extraviadas y malsanas: acaso aquellas que conducen a la negación y a la apostasía......

Santiago, Set. 1920

Señor Víctor D Silva E. Pte.

Querido poeta:

Hace muchos días que estoy enferma de la obsesión de escribirle, de pedirle lo que nadie quizá le ha pedido: que con su voz de bronce llame en la prensa para que suene la hora de la Justicia. ¡Justicia! Están sedientos los corazones! Hay obreros encarcelados, porque son buenos. Un estudiante esta tísico; uno se ha vuelto loco; otro está encerrado como un criminal. Muchos andan errantes como hojas sueltas a merced de las tormentas! Son muchachos, casi niños, bellas almas cristalinas abiertas a las noblezas de la vida; almas hechas para el trabajo y la fraternidad: su misión no está cumplida; son sagradas y pertenecen al porvenir.....! ¿Por qué están presos? ¿Qué crimen han cometido? Han santificado el trabajo; han predicado el amor entre los hombres; han disminuido las sombras: han combatido los vicios: han encendido antorchas: han enseñado a leer! Si han cometido otros delitos que se les castigue; si son inocentes, que se les devuelva, en nombre del cielo, con su puñado de afectos, el puñado de sol de aire y de luz a que tienen derecho, en virtud de las leyes divinas y humanas. Pasan los días y los días! ¿Qué ha hecho la prensa? ¿Qué ha dicho para ellos? La prensa calla y calla! Es que no hay ahora en ella hombres que merezcan el nombre de tales? Es que no hay ahora corazones de verdad sino simples mercaderes de la pluma? Es que la conciencia de la raza esta más más enferma de lo que a primera vista parece? ¿Por qué la prensa colabora con su silencio a la prolongación de estas crueldades? ¿Por qué con su impasibilidad se hace cómplice de los crímenes que en contra de los obreros y de los estudiantes se están cometiendo? Calla! En nombre de qué? En nombre de quiénes? Oh! Poeta, poeta, cantor de la Nueva Marsellesa, traducción palpitante de los ansías de los hombres, escrita con la vista en el porvenir y con el oído puesto en el corazón del pueblo, pues bien, con las manos juntas, yo imploro a lo más noble que tiene Ud. en su alma para que arroje un átomo de ella y encienda la llama sagrada en cada uno de los corazones dormidos. ¡Qué se oiga en la prensa la voz de los valientes que no han vendido su pluma, la de los que no han ensanchado el estómago a espensas del corazón! Que se oiga la voz ardorosa de los que sienten en sus venas el vigor contagioso de las santas indignaciones.....! Serán pocos? ¡No importa! Así se oye mejo rel toque de llamada. Es imposible callar por mas tiempo. La esperanza es ya una cobardía. Hay hechos que lentamente enjendran convicciones que a su vez son gérmenes de disociación moral. En lo que pasa, las leyes pierden su majestad; se deprimen en su significado; aparecen como biombos tenebrosos que encubren crímenes o propósitos inconfesables. Esto es solo ya horrible: es por sí mismo un oscuro germen de desquisiamiento social. OH! qué cúmulos de preguntas hierven en los labios! Qué crueldad en el análisis! Ud. tiene un hijo que vivirá sin duda para los grandes causas. Si el que hoy es un niño estuviera mañana en el sitio de esos obreros o de esos estudiantes ¿se quedaría Ud. impasible? pues bien, por él, por todos los hombres del porvenir, ¡que se empiece una campaña en defensa de los que hoy sufren por el de pensar y de amar a los hombres, en completo desacuerdo con la vulgaridad y; con el egoísmo, !Que en voz alta y a plena luz se defienda la majestad de las leyes, el buen nombre de la patria, el derecho de ser bueno y el porvenir de nuestros hijos! Poeta, llame Ud. a diana y eleve los corazones!

MARIO VALET.