Lo que debemos hacer

En diversos puntos del país se ha iniciado una campaña por la libertad de nuestros presos. Es una campaña que por ahora se insinúa débilmente, pero que tiene y debe de tomar cada día mayor consistencia, a medida que los elementos obreros y estudiantiles se vayan dando cuenta de que la libertad de obreros y de estudiantes, hoy en las prisiones depende únicamente de nuestra conducta. Si observamos una conducta de cobardes, viendo impasibles cómo tantos hogares agonizan en la desesperación y en la miseria, posiblemente jueces y ministros prevaricadores continúen en su obra de tenernos meses y meses a nuestros camaradas en las lobregueces de las cárceles Celebrado ya el comicio que podemos decir fué una primera notificación a las autoridades judiciales, debemos, con toda actividad, preparar un gran paro de todas las industrias; para empezar por unas veinticuatro horas, para hacer un poco más expresivo nuestro descontento por una justicia que nunca llega a condenar ni absolver a los acusados. El pueblo tiene necesidad de saber, si efectivamente ya se ha concluido el pudor judicial en este país. El pueblo tiene necesidad de saber, si aun no concluye el periodo vergonzoso de la iniciación y prosecución de procesos por orden superior, como ha estado ocurriendo en tantas partes del país en todo este último tiempo. El pueblo tiene necesidad de saber, si la gangrena ya llegó en forma definitiva a los altos curules de la Magistratura, y no hay más que esperar, que la mente paulatina de todos los hombres que en este país de grandes comediantes han cometido el delito de lesa Majestad de pensar y opinar en que debemos terminar algun día con esta situación de vergüenza que vivimos. El pueblo necesita saber por fin, si hay, si queda justicia, alta justicia, honrada justicia, o hay necesidad de que los ciudadanos la busquen o la hagan! Tres meses de cautiverio de numerosos hombres con sus hogares abandonados, con sus mujeres, o sus madres y sus niños en peregrinación permanente a las puertas de las cárceles, a siquiera mirar al jefe del honrado hogar en desgracia por la obra nefasta de funcionarios sin alma y ni siquiera sentimientos; clama ya al cielo. Se te pisotea, Justicia; se te escarnece! ¡Desgraciado pueblo aquel que no te defiende y en un jesto de suprema indignación; confunde a los tenebrosos que se escudan en tu nombre!

CARLOS ALBERTO MARTINEZ.