CLARIDAD

EN MANOS DE LA POLICIA

A la larga serie de infamias cometidas por las autoridades de este país durante la administración que termina, ha venido a agregarse una nueva arbitrariedad: La policía de Magallanes, obedeciendo a la misma consigna que le llevó a incendiar el hogar de los obreros y a desbaratar la vida y la hacienda de éstos, ha conseguido impedir la venta de nuestro periódico, allanando las librerías y apoderándose de los ejemplares que se encontraban en venta en ellos. Si bien actos como éstos hoy día a nadie extrañan, en cuanto son el término natural y obligado de los innumerables atropellos que ilustran el gobierno de Sanfuentes, no es menos cierto que el cinismo de última hora que ellos acusan, revelan claramente hasta dónde ha quedado podrido el sistema administrativo nacional. No es éste el primer atentado contra la libertad de prensa de que se puede jactar la oligarquía chilena. 'Claridad' no es tampoco el primer periódico a quien se pretende amordazar. Claros están todavía en la memoria de los espíritus libres del país, el empastelamiento de la imprenta Numen, la prisión arbitraria de Juan Egaña y de Santiago Labarca, la destrucción de la imprenta de “El Trabajo”, en Punta Arenas, y tantos otros hechos vergonzosos que, al mismo tiempo que hablan de la rabia sorda y estúpida de nuestros gobernantes, acusan la desidia inconcebible de los que, incapaces para obrar, saben sólo lamentarse como mujerzuelas. La larga distancia que nos separa de Punta Arenas, nos ha hecho imposible el obtener mayores datos sobre este nuevo y vergonzoso atentado; pero la brillante hoja de servicios que tiene la policía de Punta Arenas en materia de crímenes legales, nos autoriza para pensar que ésta su hazaña de hoy no habrá desmerecido en actos de infame violencia de sus villanías anteriores.