HOMENAJE AL SENADO

“Claridad” consecuente con sus propósitos de bien público y gratitud hacia los hombres que en diversas esferas de la sociedad, Parlamento, Bolsas de Comercio, Tribunales de Justicia, Ministerios, etc., sacrifican —ejemplo hermoso del más bello altruismo— su vida, y lesionan sus intereses, preocupados solo de atender y mejorar la situación del proletariado, presenta hoy a la admiración de sus contemporáneos y al juicio severo de la posteridad, un grupo, reducido es cierto, pero de valía inmensa, de sanos, ilustrados y heróicos Senadores de la República, cuyas virtudes de patricios romanos impedirán el desarrollo de la nefasta propaganda revolucionaria que realizan los “agitadores extranjeros” y salvarán a la democracia. ¡Loor a ellos!

Armando Quezada Acharán Prototipo del político prudente. Lo cual en Chile equivale a equilibrista, timorato, misterioso. Durante toda su carrera política ha tratado de estar en armonía con todo el mundo. Es fácil deducir lo que tiene que hacer un hombre para estar bien con agricultores semianalfabetos, arribistas, gestores administrativos, asnos de oro, oligarcas y, al mismo tiempo, con hombres que son tenidos por honrados. El señor Quezada Acharán es Senador por Santiago. Varón prudente, reposado, ecuánime, inmutable, tolera todos los actos de sus colegas, siempre que no ataquen a la masonería. Porque, entonces, su personalidad se transforma y pasa, directamente a la ofensiva. Se comprende que un varón amplio como don Armando haya ocupado en Chile los puestos más elevados del burocratismo burgués: Ministro de Hacienda, jefe del Gabinete, Presidente del Partido político más avanzado (?) de Chile, etc., etc. El proletariado le está muy reconocido, porque gracias a él se dictó la Ley de Residencia que permite expulsar del país a los elementos malsanos. Gracias a esa ley amplia, justa y liberal, Sanfuentes pudo hacer expulsar del país a sujetos peligrosísimos que tenían ideas tenebrosas, que se hacían llamar socialistas, y que amenazaban perturbar la buena digestión del régimen capitalista. Fué él también quien, mediante una Ley Marcial libró al país de caer en el caos, en los “horrores del bolshevikismo”. Los estudiantes le están también muy agradecidos. Cuando un Ministro de Guerra asimétrico arremetió contra la masonería, –Institución venerable, porque en otra época fue revolucionaria, y que en la actualidad se dedica a molestar a los sacerdotes y beatos— don Armando pronunció el más formidable discurso a favor de la sagrada libertad de emitir el pensamiento y del intangible derecho de reunión. Más tarde, cuando la Federación de Estudiantes fué perseguida, asaltada, saqueada, escarnecida y calumniada, don Armando, el ecuánime, pronunció otro discurso en el Parlamento en donde sostuvo que el gobierno de Sanfuentes había cancelado la personalidad jurídica de la Federación de Estudiantes con justos motivos; acaso porque la libertad de pensar tenía un límite para los que tuvieran menos de 40 años y el derecho de reunión no se aplicaba a estudiantes, sino únicamente a masones. Por esto, desde que don Armando dijo que la cancelación de la personalidad jurídica era justa, la Federación de Estudiantes se murió. ¡Que descanse en paz la pobre! ¡Murió tan jóven!

“Don” Régulo Valenzuela Una tarde pasé por la Alameda, y me sorprendieron tres lujosísimos automóviles detenidos ante una puerta magnífica. La residencia señalaba, a la vez, rango y buen gusto: –me sentí atraído, y subí por la escala de mármol. Mi emoción crecía a medida que se acercaba el instante en que conocería al dueño. Si refiriera todas las suposiciones que alcancé a enhebrar; si me oyeráis decir la fervorosa expectación con que me disponía a romper los velos del misterio, creeríais también con más facilidad en el asombro que me poseyó después. Me hicieron pasar a un escritorio bellísimo. La riqueza de la alfombra mullida, que traía al espíritu recuerdos del Oriente en que nació la civilización: las estanterías uniformes, repletas de libros empastados en el cuero más rico; –las estátuas, los cuadros, los medallones, los escritorios régiamente tallados, los sillones que invitaban al descanso; todo, todo era excesivamente intranquilizador, invitaba a la meditación y al estudio; pero había algo en el ambiente que hacía dudar... Mientras aguardaba, traté de familiarizarme con las cosas que me rodeaban. Observé que la alfombra no guardaba huella de pasos; que los escritorios parecían recién salidos de manos del carpintero; que los tinteros conservaban la etiqueta del precio, y estaban vacíos de tinta...; que la pieza estaba recién inaugurada. Me asomé a uno de los numerosos estantes, y tomé un libro: era “El país de los medianos”, de López de Haro. La pasta despedía aún olor a engrudo. Lo dejé y cogí un ejemplar de lujo de la Biblia, que me dejó la impresión de no haber sido violado por ojos profanos. Impaciente, entonces, seguí tomando de aquí y de allá los libros que me iban atrayendo, mi asombro crecía por momentos: todos estaban cerrados, vírgenes, exhibían sus lomos sobre los que resaltaban los títulos en hermosas letras doradas. Me senté a esperar. Y habría esperado hasta hoy (ya entenderéis!) si cansado de la soledad, no se me ocurre asomarme fuera del escritorio en que me hallaba: un criado de librea me advirtió la ausencia del “patrón”, y me explicó que, si bien él no acostumbraba violar el sagrado de su biblioteca, hacía pasar la ingrata espera de sus visitantes en la pieza tan inteligentemente “amoblada” por la que yo había pasado. Me fuí, pues, asombrado. Y sigo estándolo mucho más, porque he sabido que el dueño de casa vive ahí desde hace largos años; es senador de la República: ha sido Ministro de la Guerra, y tiene negocios en las fronteras, cerca de las aduanas de Chile, Perú y Bolivia...

Eliodoro Yañez Ponce El sesudo senador de la provincia de Valdivia ha pretendido dos veces la candidatura a la Presidencia de la República . La primera, a pesar de tener en su favor la corriente más pura del liberalismo, obedeció a los hilos finísimos del más hábil de nuestros políticos, don Manuel Rivas Vicuña, y cedió el paso al gran don Javier Anjel. La segunda, se lanzó de lleno en brazos de los demócratas, recorrió el país, dio conferencias, gastó doscientos mil pesos y ¡saltó el Leon! (las malas lenguas dicen que los demócratas lo traicionaron). Su mejor característica es la versatilidad: tira o afloja según las conveniencias, a veces sin dejar el tiempo necesario para no hacer esto notorio. Las columnas editoriales de “La Nación” marcan fielmente las alteraciones de su espíritu inquieto. En los preparativos de la Convención Presidencial última apareció en ese diario un artículo que propiciaba la Convención Aliancista, al día siguiente, en otro, se decidía por la Convención Unica y al subsiguiente, en un tercero, se pronunciaba nuevamente por la Aliancista: Don Eliodoro recorría el Sur recogiendo impresiones! En cierta ocasión se encontró en la calle Bandera con un distinguido político radical, y sostuvo con él el siguiente diálogo: —Buenas tardes, mi amigo X. —Buenas tardes, don Eliodoro. —Tengo que pedirle un gran servicio. —A sus órdenes, don Eliodoro. —Necesitando el país, en estos críticos momentos, personas preparadas e inteligentes que lo representen en el extranjero, hemos conversado con don Fulano y don Mengano y don Perengano en el Club de la Unión, y hemos llegado a la conclusión de que Ud., mi querido amigo, es la persona indicada para desempeñar la legación en C... —Don Eliodoro, a pesar que que mí situación puede resentirse, acepto gustosísimo en interés de la patria. —Sí, mi amigo, hay que sacrificarse por nuestro querido Chile. Dos minutos más tarde el señor X. llega al Club y se acerca a un grupo formado por lo más representativo de nuestra política. —Hola, amigo X. —Buenas tardes don Fulano, don Mengano y don Perengano. —Estábamos hablando de Ud. a propósito de una reunión que tuvimos denantes, y decíamos que si no hubiera sido por la enérgica e intransigente oposición de don Eliodoro, hoy mismo habría sido nombrado Ud. ministro de Chile en C ... (Telón rápido).

Ricardo Valdés Bustamante El senador de la provincia de Cautín, como muchas otras personalidades respetables, es descendiente de uno de esos hombres que no necesitan monumentos visibles porque ellos mismos lo son. Don Ricardo Valdés Bustamante, sin tener la misma grandeza que su ilustre antecesor, tiene toda suerte de virtudes físicas, morales e intelectuales. Es de buena presencia y de un trato sumamente agradable. Es ingenioso, inteligente y de una gran cultura literaria y sociológica. Cuando empezó a publicar artículos de crítica en una revista santiaguina, su pseudónimo le creó una reputación casi sin precedentes. Si no nos equivocamos sus artículos fueron traducidos a todas las lenguas vivas y muertas. Así como Paul Bourget, enunció en Francia el principio de que las personas con renta de cien mil francos, tenían una psicología interesante, don Ricardo Valdés, en sus críticas, llegó a la conclusión, o la sugirió, de que solo los bien nacidos tenían talento auténtico. Además de las delicias enumeradas, el señor Bustamante enriqueció la metodología de la crítica, ultrajando a una media docena de poetas. Cuando la candidatura de Alessandri entró a su período efervescente, escribió contra él en términos que tampoco tenían precedentes. Eran artículos sangrientos; los lectores menos sensibles se ruborizaban; esos artículos manchaban porque eran como ríos de lodo. Sólo a Díaz Garcés se le puede comparar, haciendo una salvedad leve. Diaz Garcés convertía la escoria en metal legítimo. Llegó un momento en que quedó acéfala la senaturía de Cautín y la influencia de sus artículos le transformó en candidato. Durante la elección, rifó un caballo entre sus electores. En el Senado de la República, lleva la librea unionista con bastante éxito.

Pedro Aguirre Cerda Una de las razones de los contínuos triunfos radicales es la confraternidad de su gente. Don Pedro Aguirre contradice esta modalidad con sus procederes proteiformes, con su temperamento añejo. En todos sus actos da la impresión de un político vacilante y ello se debe –talvez— a que lleva su reflexión hasta la desorientación. Nunca agrega nada suyo a la solución de los problemas difíciles. Macuco, como pocos, tiene fama de ser un hábil politico. Lo que en otros es motivo de fracasos, a él le dá el triunfo. —Concepción fué en la pasada lucha presidencial, la cuna, por así decirlo, de los anhelos de las provincias en orden a obtener la descentralización administrativa. Provincia especialmente tradicionalista, aristocrática y regionalista, la asamblea radical de su capital llevaba candidato regional a la senaturía ocupada por Feliú. ¿Qué hizo el hábil político para desplazar al dueño de casa? ¿Tomarse a los presidentes de Asambleas? ¿Ofrecer intendencias? Don Pedro tiene un tino especial para manejarse con los que andan a la pesca de granjerías gubernativas.— Satisface, primero, sus personales propósitos y compromisos y hace creer después al peturbado en sus aspiraciones que la solución dada al asunto era la que más convenía a sus intereses. Con motivo de las persecuciones sanfuentistas la Federación de Estudiantes solicitó de él que alegara unas apelaciones de sus correligionarios Soto y Gaudulfo. Se excusó diciéndo que no sabía penal, pero rindió por ellos la información sumaria de buena conducta y les visitó en la Cárcel. Es de todos conocida la subordinación constante de todos sus intereses a los de la colectividad. Los malas lenguas afirman que ha defendido heroicamente la libertad de trabajo vulnerada por una ley que pretende limitar la producción alcohólica. Don Pedro ama a sus trabajadores de la viña Conchalí.

 

 

Gonzalo Bulnes Don Gonzalo Bulnes sujiere con su estampa la idea de la inamovilidad, de la estabilidad perpetua. Y hace todo lo posible por conservarse en equilibrio. Constituye su finalidad. Miembro del Partido Liberal y senador por Malleco ampara todo en aquella infeliz provincia para no perderlo. Se provoca la escisión del Partido Liberal Histórico y firme en su ideal de no caerse, entra en la corriente unionista creyendo firmemente salvarse con ello. Escribe una voluminosa historia. Está hecha a su sabor; pero la documentación difiere. Desaparece esta documentación. Nuevamente ha guardado su imperturbable situación estática. Don Gonzalo tiene, sin embargo, otra cualidad: ama los libros. Cuando fué a Buenos Aires encontró ejemplares raros de ediciones de la obra de don Bartolomé Mitre, en la Biblioteca. Frente a ellos, don Gonzalo, piensa que seguramente no hay en la Argentina quien ame tanto los libros como él. Hecha esta reflexión, se trae los libros. El Director de la Biblioteca Argentina que no coincide, en todas sus partes, con esta apreciación de don Gonzalo, ha protestado en forma bien visible. Pero don Gonzalo, ya viejo, recibe un golpe que amenaza tumbarlo. Su lugarteniente pierde su alta situación y es posible que por ello cambie su flamante americana por una casaca. Don Gonzalo, a pesar de su físico imponente, se bambolea en forma lamentable.

Malaquias Concha Senador de la República y leader demócrata. Hombre de gran carácter y de un doctrinarismo acentuado, motivo por el cual es el ídolo de sus queridos zulúes, como él les llama en tono cariñoso. De palabra fácil, cálida y elocuente, de un vozarrón atronador que convence, aniquila, y anonada cuando pronuncia esos discursos de pura democracia, en los cuales deja ver su profundo amor a la clase proletaria, por la cual es capaz de perder hasta un carril por atenderla. Ha sido durante veinte años el parlamentario obligado de los demócratas, para quienes es algo así como un Trosky o un Lenin chileno, sobre todo cuando en rudas campañas se le vé alzarse como el cóndor en los picachos de la montaña política y lanzar a sus queridas huestes esas peroraciones de fuego, con las cuales enloquece, arroba y fascina a sus burgueses camaradas que ven en él al Rasputín salvador de las buenas y nobles prácticas democráticas. La norma de don Malaquías es siempre: todo se vé según el color del cristal con que se mira; y dice con esto una gran verdad, porque él siempre vé empañado, debido a la oscuridad de los lentes que con tino lleva en la punta de la nariz; pero esa oscuridad es al exterior, que se convierte en una claridad divina, bienhechora hacia el interior, cuando se trata de algún negocio en el cual puede influir como representante del pueblo, al cual también le predica profundo y sincero amor... Como Francisco I, don Malaquías en sus arengas políticas también tiene su frase célebre, y ella es: “Correligionarios: yo quisiera ver a cada uno de vosotros el día Domingo con una cazuela de ave en vuestra mesa, como signo de bienestar, progreso y paz”. Como se vé, don Malaquías es un doctrinario estomacal de fondo y que el proletariado insurrecto y revolucionario no ha comprendido en él al apóstol magno, grande y generoso, cuyos pensamientos son tan bellos como bello es su rostro de mártir de la madre venerada, la santa democracia ... ¡Loor al gran Malaquías, al leader de los cambullones, al ardiente defensor tanto del capitalismo como del proletariado personal! ¡Loor al gran químico social, para quien la burguesía y el proletariado son líquidos de distinta densidad, cuya unión jamás podrá efectuarse! ¡Oh, gran demócrata, con vuestras teorías, el mundo sería un confite democrático!..

Ladislao Errázuriz Don Ladislao Errázuriz es un caballero muy simpático. Esto me lo dijo un amigo suyo. —Tiene un hermoso apellido vasco, lleno de privilegio y de acciones. Otros Errázuriz han llevado este apellido. Don Ladislao ha sido llevado y conducido por su apellido. No tiene ideología ni ideas con relieve. Es un hombre que vive de los medios y que se beneficia con los hechos. Se afilió al Partido Liberal porque esto es elegante y bien. Sin embargo, pudo haberse sumado al conservador sin que esto ocasionara ni una sola variación en el curso de los acontecimientos políticos. Su carencia de convicciones, de peso intelectual, lo pusieron en condiciones de transformarse en martillo. Si. El señor Errázuriz fué mientras permaneció en el Ministerio de Guerra, el martillo con que el señor Sanfuentes machacó, aplastó y destruyó la dignidad nacional. El señor Errázuriz ejecutó una movilización sin fundamento, sin plan, sin método. El señor Errázuriz hundió económicamente al país y contribuyó a que nuestro prestigio internacional perdiera su equilibrio. El señor Errázuriz hizo todo lo necesario para provocar una guerra. Si ésta no se realizó fue únicamente porque e país del norte no tiene consistencia ni organización de ninguna especie. El señor Errázuriz en vez de velar por la rectitud de los componentes del ejército y por el buen nombre del mismo, soportó que algunos militares incendiaran una casa obrera en Magallanes y que otros participaran en el saqueo de la casa estudiantil. Como los hechos de esta índole empiezan a ruborizar, en nuestro país, una de las provincias del sur quiso premiar sus acciones y lo designó su representante en el Senado de la República. También coincidimos con la apreciación de esa provincia: pero como los bienes materiales tienen para nosotros sólo una realidad abstracta, lo único que podemos hacer en su honor es desearle que viva mil años y que cuando muera sea de muerte natural.

Ramon Briones Luco Es un vehemente y de una voluntad como hay pocas en esta tierra. Otra de sus virtudes es la del respeto a las decisiones de las mayorías. Su vehemencia lo arrastró un día a jurar que jamás permitiría que don Arturo Alessandri llegara ser presidente de la República. Para el logro de estos propósitos, luchó cuanto le fue posible para hacerle fracasar su candidatura. Vencido y aplastado por los inesperados resultados de la Convención e incapaz de aislarse taimado, su vehemencia lo salvó. Ante la mirada del país todo representado por centenares de convencionales, se entregó entre abrazos y lloriqueos, a la decisión de las mayorías personalizada en don Arturo. A las anteriores virtudes hay que agregar la muy rara entre los hombres guías de la época. Reconoce sus errores. Entre las mil pruebas de esto se halla la que dió con motivo de la interpelación que se le formulara cuando era Ministro de Industrias. Cómo radical tiene méritos que hacen digno de paralelarlo con los Matta, los Gallo y otras eminencias del partido. Está convencido de que el partido no tiene sino una Asamblea que valga, la de Santiago. Sin embargo su pasión catequisadora lo lleva a fundar Asambleas en todas partes no importándole que estas sean focos de Conservantismo y otros males sociales. Partidario de la estabilidad ministerial, defiende la permanencia de don Pedro, en la Cartera jefe, asegurando que hay que valorizar a este político a fin de que sea el próximo presidente... si es posible. Tiene muchas virtudes don Ramón. Guillermo Rivera En Chile para adquirir prestigio ante la mediocracia intelectual, los abasteros o los poetas ramplones a lo Víctor Domingo Silva, basta con declararse anticlerical furibundo. Don Guillermo Rivera tiene prestigio; pero no es anti-clerical. Sin embargo, en otra época lo fué. Era a principios del siglo cuando don Guillermo entró a formar parte de un Gabinete. Existía por aquel entonces, una congregación religiosa que se dedicaba a enseñar las doctrinas de Cristo a los hijos de los aristócratas y a darles nociones de retórica y del arte del buen vivir. Y como Satanás viera que la paz reinaba en el Colegio de San Jacinto –que así se llamaba la beatífica casa— pensó tentar. Y aconteció que Satanás recordó cuales eran los enemigos del hombre. Y dijo: el mundo, el demonio y la carne. Y, —pensando que el mundo era incapaz de tentar a los buenos hermanos de San Jacinto, y que él, Satanás, no podía introducirse a la Escuela porque lo reconocerían por el rabo,—dijo: tentémosle con el tercer enemigo. Y, he aquí que los buenos sacerdotes cayeron en tentación y, a poco más, Gehová habría tenido que hacer llover fuego y azufre, como en las ciudades bíblicas. Entonces, apareció Rivera en las alturas. Y dijo: disuélvase San Jacinto. Y San jacinto se disolvió, y los aristócratas dieron gracias a.Gehová.

Los fariseos, los publicanos y los escribas de Chile no pierden ocasión para zaherir por lo de San jacinto a don Guillermo Riera. Pero él es un hombre superior que está por encima de todos. Sería un hombre perfecto si de vez en cuando no lo asaltara el miedo. ¡Oh, ese maldito temor, que ha impedido hacer grandes cosas a don Guillermol Cuando se concertó el duelo entre don Guillermo y el actual Presidente de la República, todos los chilenos nos emocionamos: ¡Se va a batir! ¡Gran Dios! El duelo se iba a realizar en las cumbres de los Andes junto al Cristo Redentor. A la hora fijada llegó don Arturo de incógnito y por caminos extraviados. Esperó a su contendor. Se aburrió. Pero no llegaba. Por fin apareció en el horizonte un escuadrón de carabineros. Más atrás venía don Guillermo a cumplir religiosamente sus deberes de duelista. Como era natural, los carabineros impidieron el duelo. Algunos dicen que el Cristo Redentor impidió la muerte a uno que contribuyó a depurar a los propagadores (?) de su doctrina. Otros dicen que tuvo miedo. Nosotros somos historiadores imparciales: No tuvo miedo. Fué sólo un hombre prudente, justo y temeroso del Dios, representado en aquel momento por el Cristo Redentor.