La Situación del Empleado

Es un sitio común en la realidad nacional, constatar que los empleados particulares tienen poca renta, trabajan excesivamente y reciben un tratamiento que nadie osaría envidiarles. Por estar obligados a mantener un exterior costoso, por tener más instrucción elemental y también porque hacen una vida más ordenada, necesitan más recursos económicos. El empleado es el complemento indispensable del productor. Sus manos realizan la función de distribuir la producción social. Sin embargo, por una anomalía que podría parecer incomprensible, estos funcionarios que complementan a los obreros han estado siempre más cerca de los que se aprovechan del trabajo que de los trabajadores. Y esta conducta, propicia a los capitalistas no ha sido bien ni mal compensada por los beneficiados. Muy al contrario. El empleado es tratado como sirviente y mantenido en un estado de miseria y esclavitud mayor que el impuesto al proletariado. El empleado se queja, a todos los que tienen oidos, de esta injusticia; pero como la sola queja, no es capaz de modificar una situación, el empleado sigue viviendo demasiado mal. Cuando ha iniciado alguna acción liberadora no ha tenido la suficiente perseverancia para mantener las conquistas ni menos para lidiar por otras nuevas. Esta debilidad es aprovechada espléndidamente por los patrones. Con cualesquier motivo se desminuye el salario, se aumentan las gabelas y el día de trabajo se estiende horriblemente. Ahora se nota cierta inquietud que si se orienta bien dará hermosos resultados; pero vemos que el empleado confía demasiado en lo que puede hacer el Congreso y esta confianza en la letra que nace, para archivarse, puede serle muy perjudicial. Si el empleado no tiene el carácter indispensable para imponer condiciones a su patrón, es completamente inútil que pida leyes, porque, estas además de no reflejar jamás una necesidad indicada, no tienen crédito ante nadie. Para que una ley se cumpla deben existir interesados capaces de imponerla. Y el empleado todavía no puede imponerla. Además, las leyes producirán un resultado siempre menor al que podría obtenerse luchando directamente. No le queda, pues, al empleado, otro camino que definir su posición. El empleado como objeto de explotación si quiere reivindicarse debe sumar su esfuerzo al esfuerzo obrero; debe organizarse junto al trabajador y optar por los medios específicos de la lucha de clases.

GONZALEZ VERA.