CRÓNICA MUSICAL

Chopin, Schumann y Debussy como bajativos

Conocemos en nuestra querida tierra las virtudes espirituales de la buena música, pero ignorábamos en absoluto sus méritos como laxante, hasta que un buen día Gath y Chaves se encargó de comprobarlos dotando a su lujosísima cafetería de un excelente quinteto instrumental, el cual enterpreta diariamente las más sutiles composiciones de los grandes maestros para ayudar a dirigir el café, los pasteles, las tostadas y las llamadas colaciones matinales que se tragan los petimetres y las mozuelas de nuestra alta sociedad. Si en París, Bruselas Barcelona o en Buenos Aires existe esta costumbre, de ninguna manera sería un argumento sólido para justificar la torpe profanación que se hace de las grandes concepciones musicales al ejecutarlas entre ruidosas succiones de caldos, traqueteos de vajillas y tragín precipitado de mozos de pechuga más o menos blancas. Innumerables señoritas que en los conciertos de piano piden en los bis con chillidos de chirigües: El Danubio Azul, El Danubio Azul, El Danubio Azul, podían hacer esa misma petición al quinteto de Gath y Chaves; porque para todo acto existe una música apropiada. Más, nada se puede esperar de la aristocracia aparente de nuestra alta sociedad, que jamás tendrá la finura espiritual de esa masa compacta y silenciosa que escucha los conciertos en las galerías de nuestro teatro Municipal. Jamás tendrá elevación espiritual, a pesar de los grandes méritos del ascensor de la Casa Gath y Chaves.

ADOLFO ALLENDE S.

 

Música en la Universidad Popular Lastarria

Coincide con nuestra obligación de dar cuenta de una. nueva actividad del Centro de alumnos del Conservatorio, la lectura de un libro del crítico musical Camille Mauclair. No podemos menos de empezar con un concepto suyo que recordamos claramente: “Siempre he creído que, en último resultado, un concierto no es más que la imagen y la muestra de la vida que, por cobardía y pereza, por falta de amor a la dicha, sólo vivimos raras veces.” El Centro de acuerdo con el Secretario General de la U.P.L. ha organizado una serie de audiciones cuyos programas tienen, si pudiéramos decir, una orientación pedagógica. La U.P.L. ha destinado el segundo Sábado de cada mes para estas audiciones que, según el propósito del Centro del Conservatorio, tenderían a lograr la comprensión de la buena música entre los obreros. Los alumnos de la U.P.L., cuyos espíritus tienen ya preocupaciones de orden superior nos parecen un buen terreno donde intentar la formación del gusto y conciencia de la buena música. El proletario, a nuestro juicio, posee por las mismas condiciones de su vida que no es sino una suma de dolor, gran capacidad de comprensión musical. Está mal educado, pero tiene menos prejuicios y más sinceridad que el burgués. Si con esta labor el Centro del Conservatorio lograra obtener del obrero el amor y la comprensión de la música habrá hecho una excelente labor social. Agreguemos algunas palabras más, de Mauclair. «Amar la música es poder comparar la calidad de su melancolía con el eterno modelo de la melancolía que duerme en las ondas de la música; y toda comparación de dolores es una disminución de dolor.»

Esta noche tendrá lugar la primera audición.