El debate sobre la cuestión social en la Federación de Estudiantes (Séptima parte)

García Oldini.–(continuando) Pero para los que consideramos que esta vida lo es todo, no podemos renunciar a buscar en ella la felicidad. Y nadie podrá negar que lo poco que ha conseguido el proletariado en orden a esto es debido a la imposición (huelgas, etc.). La misma Revolución Rusa es el exponente del fracaso de la evolución. Desde hace tiempo el pueblo ruso tenía necesidades sin satisfacer, cuya solución confiaba a la evolución. En un momento rompió este estado de cosas, y acudió a la violencia, en 1905. Y, entonces, obtuvo un Parlamento, la Duma y la promesa del Czar de no dictar medidas sin la anuencia de ésta. Ante el fantasma de la violencia, el gobierno facilitaba la evolución largo tiempo aherrojada y el ingenuo pueblo ruso –como todos– creyó en la palabra del poder político. Sin embargo, el poder del Czar continuó siendo el mismo, y así lo hizo declarar él por su primer ministro ante la Duma. El abuso continuó. El Czar levantó empréstitos, y los créditos sirvieron para aumentar el ejército y la policía y fortificar las cárceles. Los capitalistas continuaron en la explotación y el agio. Y el pueblo seguía creyendo en la evolución, mientras el Czar extremaba las persecuciones y deportaciones a Siberia. No han quedado estadísticas de estos hechos sombríos, pero se acepta que entre 1904 y 1908 se hicieron más de 3,000 ejecuciones capitales. Un úkase secreto del Czar prohibió a los condenados a muerte pedir el indulto! En este estado de cosas, el pueblo fue a la guerra. Ella puso en evidencia el abuso y el desenfreno de los capitalistas, y los negociados más escandalosos vieron la luz pública. Los cañones, los armamentos, los caminos, todo era adulterado o de mala calidad, y millones de hombres que creían defenderse a si mismos –en realidad sólo satisfacían al Czar– fueron arrollados por todas partes. Y fue entonces cuando, propiamente, en el país del frío y del hambre que magistralmente nos pinta Gorki, se sintió verdaderamente el hambre y el frío; y el pueblo se lanzó a la calle a decirlo. Pero el Czar no era hombre capaz de dejar que se supiera la existencia del hambre en el granero de Europa, así que disolvió la Duma, como antes había hostilizado las cooperativas. Todo esto colmó la medida y, urgidos por el hambre y el frío, una huelga de tranviarios y metalúrgicos produjo la Revolución. Sabida es de todos la transformación del movimiento político en Revolución Social. Ante la situación del momento, Lenín firmó inmediatamente la paz y tentó la reconstrucción económica de Rusia. Los demás países capitalistas, amagados por el movimiento y heridos por la paz, no podían permitir que esto se hiciera, e instituyeron el bloqueo económico. Se ha dicho que en Rusia había útiles de labranza y semilla. Pero el hecho es que lo primero que se intentó hacer llegar allá después de la Revolución fue eso. Y los aliados hundieron los buques que los llevaban, y un filántropo sueco, Nausen, que por pura humanidad, intentó ayudar a los rusos, fue obligado a desistir. Estos son los hechos. Si se impide la reconstrucción, ¿a quién puede exigírsele que la haga? El hambre es, pues, una consecuencia lógica de la guerra y del bloqueo. Además se ha dicho que la Revolución no solo no ha solucionado la crisis económica del momento, sino que no ha hecho nada bueno. Cuando no hay buena voluntad, hay ceguera para juzgar esto. Y es así cómo se dan la mano los de atrás con los de adelante, los reaccionarios y los anarquistas. Sin embargo, se han efectuado reformas y ha habido progresos que deben considerarse como milagrosos. De esto mucho va a quedar. Los bolsheviques han llevado a la práctica una forma de gobierno superior a la democrática, o, por lo menos, la han esbozado. Han intentado una nueva organización del trabajo, que, aunque ha quedado gran parte en el papel, representa un ensayo para el futuro. La reforma total de la educación es sencillamente estupenda. Es la obra más firme de la Revolución, junto con el sistema de crianza de los niños, y, tarde o temprano, han de ser imitadas por los países que se llaman civilizados. Todo esto se niega o se pasa por alto. Le parece que si lo que ha esbozado fuera la única labor constructiva del Soviet, bastaría para justificarlo. No se le puede exigir más, si se tiene en cuenta el bloqueo económico, la guerra civil y la externa. Por lo demás, su influencia se ha hecho sentir formidable en todo el mundo. Hoy día los gobiernos se preocupan del proletariado y, apremiados por el fantasma de la Revolución –donde los capitalistas traslucen su fin– se apresuran a aflojar piltrafas y restos de su opulento festín. En todas partes se han empezado a dictar medidas evolutivas provocadas por la violencia de la revolución rusa. Ante este fantasma, el gobierno italiano permaneció a la expectativa durante la toma de las fábricas por los obreros, cuando en otro caso los habría masacrado, como se acostumbra a hacerlo en otras partes. El triunfo de los mineros ingleses, es otro triunfo de la Revolución Rusa. Sin ella, el Gobierno se habría mantenido firme. Por último, el Soviet es, hoy día, un campo amplio de experimentación, que dará normas de acción y servirá de experiencia para los movimientos futuros. Sintetizando, se puede decir que todo el pasado hasta la Revolución Rusa nos demuestra el fracaso de la evolución. Lincoln, al llegar al gobierno de Estados Unidos, creyó posible la emancipación de los esclavos por medio de la ley, método evolutivo. Pero los intereses creados le hicieron la guerra y él hubo de acudir a la violencia para imponer la ley. Se puede representar a la humanidad como un inmenso grupo de hombres que vagan perenne a incesantemente por el camino de la perfección. A su paso surgen los intereses que tratan de detener la marcha, oponiendo montañas. ¿Esperará la humanidad que el tiempo las desgaste, o procurará limarlas poco a poco? Seguramente acudirá al pico y a la dinamita para forzar el paso. Es claro que los trozos de roca saltarán al espacio e irán a herir a las primeras filas de la falange. Pero los que vienen atrás llegarán al llano y seguirán nuevamente camino de la Verdad. Schweitzer.–Cree interpretar el sentir del Directorio si le propone cerrar el debate y enviar nuevamente el asunto a comisión, para que se consideren las observaciones hechas. Vicuña.–Acepta el temperamento, porque no ha venido a ganar votaciones; de modo que los trámites no le interesan. Cree que del debate se ha sacado en limpio la idea de generalizar y ampliar la acción de la Federación. Ha comentado la proposición y ve que tiene mayor acogida de la que pensó. Por lo demás, cree que si la idea no fuera viable en la forma en que la expuso, podría la Federación patrocinar reuniones amplias en que se discutirían todos estos asuntos. Eso sí, que sería mejor esperar una fecha más oportuna. Schweitzer.–Encuentra conveniente y aceptable la idea. —Por unanimidad se acepta la proposición de la mesa.