COMUNICACIÓN que la Federación de Estudiantes de Chile dirige a todas las organizaciones obreras de la República:

Compañeros: Un grupo de estudiantes acaba de formar tienda aparte, renunciando a nuestros principios y a nuestra cooperación colectiva. Bajo el pretexto engañoso de que sólo ellos propenderán al bienestar social: envuelta en la apariencia de una sólida declaración de fe altruista, que en realidad ellos limitan a nuestro territorio, y sin dar razón alguna que justifique el cisma, declaran que hemos faltado a nuestros propios principios, que nos alejamos de los sentimientos nobles que abriga todo hombre de bien, y califican de “mala institución” a la Federación de Estudiantes de Chile. Entretanto, hace más de un año que hicimos públicas nuestras aspiraciones, cristalizadas en los acuerdos de la Convención Estudiantil de junio de 1920, y en una vasta labor que nadie puede desconocer, hemos demostrado nuestra disposición altruista y nuestra eficiencia de colectividad impulsadora del progreso, bajo la égida de la razón, de la justicia y del amor. En el fondo de las críticas tácitas, y encubiertas por declamaciones más o menos inconsistentes, se descubre la única razón que los mueve en disidencia: es su concepción del problema social es nuestra franca resolución de abogar por soluciones de justicia colectiva en los problemas del trabajo y en los conflictos internacionales, lo que agita sus actividades hasta ayer dormidas. Pero como nosotros, de acuerdo con nuestra declaración de principios, obramos “independientemente de toda influencia extraña” –así sea esta tan alta como la de los poderes constituidos;– como hoy y siempre manifestamos con decidida franqueza nuestro punto de vista, nuestro propósito y nuestra condenación, no tememos al juicio sereno de nuestros camaradas, y confiamos en que el elemento obrero reconocerá quiénes reflejan sus aspiraciones. Hemos dicho, y repetimos, que, reconocida la constante renovación de todos los valores humanos, consideramos que la solución del problema social no podrá nunca ser definitiva, y que las soluciones transitorias a que se puede aspirar, suponen una permanente crítica de las organizaciones sociales existentes, crítica que debe ejercerse sobre el régimen económico y sobre la vida moral e intelectual de la sociedad. Ellos parecen desentenderse de la injusticia del régimen social en que vivimos; y sin disimulo proclaman la posibilidad de una armonización de los intereses todos, de todas las tendencias y de todas las ideas. Y para lograr éxito en este nuevo trabajo de Hércules, de Hércules ciego y vanidoso a quien su fuerza individual llena de orgullo, –declaran necesario el capitalismo, y abogan por la subsistencia del régimen patronal e industrial actuales. Y mientras nosotros sostenemos la necesidad de sustituir en la vida industrial el sistema de odiosa competencia por el de noble cooperación, para evitar en parte la dolorosa realidad que aqueja al mundo, ellos lo rechazan con pudor, dirigiendo una invocación laudable hacia el problema de la moral altruista, que nosotros no desconocemos, sino que proclamamos con orgullo al decir que “todo verdadero progreso social implica el perfeccionamiento moral y cultural de los individuos”. Y aunque ellos están contestes con nosotros en el respeto que se debe al desarrollo integral de la personalidad humana; y aunque hablan de que no sea un mito la tolerancia y la libre manifestación de las ideas –principios que hemos grabado en la portada de nuestro Estatuto fundamental– hablan del capital como “amasado casi siempre a costa de grandes sacrificios”, sin agregar que estos sacrificios son los de toda la humanidad que produjo el estado de civilización en que vivimos, y los de los anónimos proletarios que han labrado con su enérgica e imprescindible cooperación aquella riqueza y aquel capital. Es así como nosotros, reconociendo el origen social del capital, abogamos por la socialización de las fuerzas productivas, y por el consiguiente reparto equitativo del producto del trabajo común. Planteados en esta forma los términos de la divergencia en que un grupo de estudiantes se siente, sin espresarlo, con nosotros, denunciamos la organización de su llamada Fed. Nacional de Estudiantes como el producto del fermento reaccionario que defiende sin rubor la injusticia social establecida, y la cubre, para disimularla, con el engañoso manto de un patriotismo altisonante. En esta situación, nos dirigimos a nuestros compañeros y a todo el elemento trabajador de la República, solicitando un pronunciamiento acerca de nuestros principios y de nuestros ideales, en la seguridad de que se nos contestará que ellos corresponden a las aspiraciones que agitan a la gran mayoría del pueblo consciente de esta y de todas las tierras.

DANIEL SCHWEITZER, Presidente de la Federación de Estudiantes de Chile.