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La Convención Radical

La Convención Radical recién efectuada no ha sido un acontecimiento que merezca mayor mención que la que merece una novena al “niño de dios” o a la “virgen maría”. Los que esperaban que en esta convención la juventud descontenta rompiera sus lazos con el partido, han quedado defraudados. Esa juventud ha sido vencida por la disciplina política o engañada por una nueva esperanza. Resumiendo podemos asegurar que la obra de la convención ha consistido en aprobar una serie de medidas que de llegar a convertirse en leyes, aumentarían la consistencia del régimen burgués. Ocioso es asegurar que el programa continuará siendo programa y que el partido continuará creciendo porque se encuentra en la pendiente de la claudicación cuotidiana. Antes, ser radical significaba: espíritu anti-teológico, amor por la libertad, tendencia a la igualdad social. Hoy día, un leader radical que ocupa el puesto de ministro del interior, ahoga la libertad, asiste a los tedeums y ofrece a sus compatriotas resolverla cuestión social a palos. Esto prueba que entre el partido radical y el partido conservador ha desaparecido todo antagonismo. Queda solo un obstáculo que justifica la división de estas agrupaciones hermanas. Los conservadores se apellidan: Urmeneta, Errázuriz, Irarrázaval, Zañartu. Los radicales como emergentes se llaman: Célis, Laso, Pérez, González. Cuando los apellidos se mezclen y cuando algunos del primer grupo pasen al segundo, habrá desaparecido el obstáculo y todos los partidos políticos podrán formar una Alianza de Explotadores de la Nación, en comandita.

Los Juicios del Mundo

La gente necesita formarse juicio sobre el mayor número de individuos. Y como formárselo concienzudamente demandaría demasiado tiempo, juzga al azar. Y es así como ciertos caballeros viven todos sus años con un bonito prestigio de hombres intelectuales. Uno suele dudar; pero el vecino o el amigo más próximo le replicará al punto: ¿Cómo te atreves a dudarlo cuando todo el mundo lo afirma? Como esta contestación lo bloquea por todas partes, uno concluye por no dudar de ninguna de las cosas que afirma todo el mundo y cualquier día, interrogado sobre un hombre, responde sin titubear: Es un hombre muy inteligente... todo el mundo lo reconoce... Y la incierta certidumbre o la simple mentira empieza a rodar y a valorizarse de una boca a otra. Tratándose de escritores, uno considera en la inteligencia que se les atribuye, la capacidad de comprender y la capacidad de expresar limpiamente lo que desean decir. Si un escritor inteligente, según el mundo, se expresa moral e intelectualmente como lo haría un periodista, uno duda de su inteligencia. Y tiene razón y motivo para dudarlo porque el periodista, la prostituta o el carcelero no necesitan ser inteligentes para ejecutar sus oficios respectivos. El distinguido e inteligente profesor señor Guillermo Subercaseaux, profesor que es un portento para todos los que necesitan citar su nombre, ha escrito muchos artículos con el laudable fin de obstaculizar el desenvolvimiento de las doctrinas perniciosas que se pretende implantar en Rusia y que ya empiezan a germinar en las malas cabezas de algunos compatriotas nuestros. Contra lo que uno se figura, este profesor no se contenta con destruir las modestas premisas del socialismo. Va más lejos. Talvez para combatir anticipadamente cualquier impulso revolucionario, imagina un considerable número de premisas absurdas, y con su misma y clasificada imaginación, reduce, pulveriza y destruye las premisas que párrafos antes ha endosado a teóricos de todo el mundo. Para coronar todo esto, en forma sencilla y modesta, se cuida de que en sus artículos no se escape ni una sola frase que pueda ser juzgada como inteligente. Así hace su obra y así consigue que sus contemporáneos piensen: qué cabeza más llena de inteligencia!...

Escuelas Literarias...

Apenas llegó Mr. Fort, fue visitado por diversos caballeros de la mejor sociedad santiaguina. Como es natural, entre artistas y hombres cultos, se habló de las escuelas literarias que habían tenido mayor trascendencia y que hablan influido más visiblemente en la literatura mundial. Se habló de la escuela simbolista, de la unanimista; etc. Un general que estaba presente, y que se había mantenido discretamente silencioso, creyendo que a los demás concurrentes se les olvidaba un hombre agregó lleno de júbilo... Y sobre todo... hay que celebrar a la escuela militar que tan buenos servicios ha prestado... Mr. Fort hizo una profunda reverencia.