Notas sobre el Salón Oficial

El Salón oficial debería estar destinado a ser un exponente del cultivo artístico del país. El Salón Oficial –y esta es la suma de, comprobaciones acumuladas de año en año– es la negación del arte. Rotundamente. Apenas si logramos extraer de ese conjunto de obras mediocres cuatro o cinco firmas: Arturo Gordon, Bustamante, Guevara, para nombrar los más conocidos. Del maestro Fossa de quien viéramos en exposiciones anteriores obras exquisitas de colorido y de técnica, se nos muestra esta vez con cuadros voluminosos, pero mezquinos de dibujo y de una deplorable artificiosidad de colorido. Gilbert.– Demasiado pesado y sucio de color. Nos recuerda mucho cierto cuadro antiguo. Isamit no nos convence. Dulzón y sensiblero, se nos deshace por falta de vitalidad. Gazmuri se nos presenta por primera vez. En conjunto bastante bien. El traje moldea finamente las carnes y es de una tonalidad suave y armoniosa. Sólo la cabeza se nos recorta un poco en el conjunto. Esta obra de Gazmuri es toda una revelación. Juvenal Rubio.– Pequeñas manchitas grises, emotivas y finas. Simple en la técnica, Juvenal Rubio, como Barack Cannut de Bon, nos da sin esfuerzo la sensación húmeda del paisaje. Pedro Luna.– He aquí que Pedro Luna se nos presenta totalmente nuevo. Del dislocamiento vigoroso de su obra pasada, queda apenas uno que otro rasgo. Cálidamente grises, sus manchas actuales son sentidas y llenas de emoción. Lo aplaudimos sin reservas. Fernando Meza.– Vigoroso, nuevo. Sus pinceladas densas y pastosas nos hablan de un verdadero y encausado temperamento. González, Bontá, Lautaro García, envían algunas notas muy simpáticas.

De la sección dibujo bien poco podremos decir. Además de ser bastante reducida es mediocre. Aparte del “Estudio” de Julia Monreal que es ya una promesa, lo demás revela un desconocimiento total de lo que significa el dibujo como realidad y como arte. Existe una estrecha relación entre la sección dibujo y la sección escultura: la carencia absoluta de verdaderos valores. Es increíble, pero hay que confesárselo; aún estamos en los rudimentos del arte escultórico. Mientras en otros países se cuenta con un Zonza Briano, con un Clará cuyas obras son suficientemente conocidas, nos pasmamos de admiración ante la vaciedad elemental de un Aliro Pereira y de un Martínez. Unos y otros se imitan. Los procedimientos son los mismos y los resultados idénticos; no hay en las obras el sello de un sólo espíritu que sea personal y verdadero. No hay ambiente para estos. El círculo de mediocres se expande de día en día y va llenándolo todo. Es lamentable.

PAULINA GREZ ROZAS. Santiago, Octubre 27 de 1921.