El Patriotismo

El patriotismo es una excelente cosa, una gran cosa. Sirve para todo. Es una panacea universal como las drogas y remedios que venden los charlatanes de ferias domingueras. Yo no me había dado cuenta de su gran bondad. Aún más. Han habido gentes que me han hablado mal de él. Unas malas personas sin duda. ¿No es cierto? Pero he abierto los ojos y he quedado asombrado. En nuestra tierra hay mucha gente que es profundamente antipatriota. Así he leído en los diarios y ya que lo dicen los diarios, debe ser verdad. Pero hay también otras que son grandes patriotas. Ellos llevan la patria a flor de labios. También llevan el corazón y todo a flor de labios. Pero esto no quiere decir nada. El hecho es que la patria para ellos está sobre todas las cosas. Son unas buenas, honradas, justas personas. Cierto es que hay personas que hablan mal de ellos. Pero ¿quién les cree a estos antipatriotas, que nunca se sacan el sombrero cuando tocan la canción nacional, que nunca dicen ¡viva Chile!... No. Yo no le creo nada a esos hombres. A mi me parece que la patria es una cosa muy grande. Y si no que lo diga don Ramón Subercaseaux o don Rafael Urrejola. Aún cuando no conozco a estos caballeros, siento una profunda estimación por ellos. Son unos grandes patriotas. ¡Y es tan difícil encontrar patriotas en este tiempo! Doy gracias a la Providencia por haberme permitido conocer siquiera por referencias, a estas personas! Y compadezco a aquellos hombres que tienen el atrevimiento de expresarse en mala forma de estos buenos patriotas. ¡Que el cielo los perdone por que no saben lo que hacen! Pero está bueno que me deje de palabras y os explique lo que han hecho estos miembros conspicuos de nuestra patria. ¡Oh! Un gran acto de patriotismo! El Gobierno, que nunca hace nada bueno, el Gobierno, quería declarar zona seca una región por allá donde se saca el carbón. Vosotros, aunque seáis antipatriotas, debéis saber donde está eso. Resulta que esa medida que se iba a tomar era una barbaridad. Y eso que el Ministro era una gran inteligencia. Ahora se le hecha mucho de menos, porque ya no es. Tenía ideas magníficas y geniales. Era un grande hombre. Aunque dijesen lo contrario mucha gente. A esos no hay que hacerles caso. Bueno. Esa medida habría sido el único traspiés que habría dado. Afortunadamente estaban los señores Subercaseaux y Urrejola ¡unos grandes patriotas! Ellos alzaron sus voces airadas contra tan atrabiliaria medida. Protestaron en nombre de los sagrados intereses de la patria que eran los intereses de ellos también, naturalmente. Se indignaron por el atentado a la libertad individual que esa medida supone. ¡Claro! Es muy justo que cada uno haga lo que le dé la real gana. Los rotitos pueden tomar vino hasta que se emborrachen. A nadie le importa nada. Los señores Subercaseaux y Urrejola, no podían dejar de protestar de semejante atentado. Vosotros sois suspicaces y pensáis que estos caballeros no protestaron cuando despidieron a un profesor universitario. Pero eso no tenía mayor importancia. Además ese profesor era un antipatriota y no era posible defenderlo. Pero ahora estaba en peligro la patria. Los intereses sagrados de la Patria. Las viñas de la Patria. La borrachera de la Patria. La riqueza de la Patria. La prosperidad de la Patria. ¡Viva la Patria!

P. GERARDO.