Huelga de Arrendatarios

La idea de rebelarse contra los propietarios era una idea acariciada desde hace muchos años. Poco después de 1912, los anarquistas organizaron una Liga de Arrendatarios, con el buen propósito de mejorar las habitaciones populares y de lograr su abaratamiento. Como entonces la idea era más o menos nueva y como los propietarios eran un poco menos descarados, la iniciativa no prendió en los barrios, no se convirtió en algo que apasionara. Sin embargo, la Liga habría continuado su propaganda; pero la policía, aburrida con los continuos mítines que realizaba esta Liga, y no teniendo medios más inteligentes para detenerla y contrarrestarla que los garrotes y los caballos, en varias ocasiones garroteó a los manifestantes y los dispersó a caballazos. Los anarquistas no insistieron en seguir esta clase de propaganda y concretaron su acción en otras iniciativas contra el régimen social. Empero, la acción inicial no se perdió. Los arrendatarios de conventillos pasajes y citees adquirieron más espíritu de crítica; fueron más exigentes y más descontentadizos. Los días de cobranza recibían a los propietarios con mala cara, hacían lo posible por retrazar el pago y procuraban hostilizarlos de todas maneras. Esta resistencia individual, naturalmente, no daba resultados. Los propietarios, aprovechando el hecho de que no se reemplazaban las casas que se ordenaban demoler, subían los cánones semestralmente, dejaban que las habitaciones se pudrieran, no arrendaban a las familias con niños chicos, reglamentaban la llegada nocturna, prohibían cualquier regocijo, despedían sin razón a los inquilinos y en una frase: actuaban como tiranos. Esta hostilidad constante aumentó la inquina del proletariado. Las protestas se multiplicaron, se hicieron más clamorosas y mas colectivas. A fines del año 1921, una compañera, también anarquista, organizó un Comité Pro Abaratamiento y Higienización de las Habitaciones. Gracias a su constancia los conventillos fueron inundados de carteles en los que se indicaba el modo de hacer la huelga contra los propietarios de casas. También pareció en esta ocasión que la propaganda había caído en un surco estéril; el Comité no fue suficientemente apoyado por los sindicatos ni por los que debían beneficiarse con su obra. Se produjo un aletargamiento.

En el curso de este año, se plantearon diversos problemas, locales unos y nacionales otros. Algunos obreros entusiastas crearon el Comité Obrero de Acción Social para hacer movimientos de opinión. Apenas correspondió al Comité agitar el caso de las habitaciones, se oyeron en todos los extremos de la capital, voces de aplauso. Y luego, muy luego fueron los conventillos levantándose en huelga. El éxito completo de ellas las multiplicó hasta el punto de que el Comité fue impotente para ayudarlas. Actualmente surgen en todas partes, estallan solas, se desarrollan solas y triunfan por el impulso espontáneo de quienes las hacen, El movimiento ha hecho imposible toda organización y control. Solo se produce e independiente se mantiene. Se trata de una conmoción profunda. Acaban de alzarse cinco calles en huelga. Ojalá esa misma actitud independiente se adopte para todos los movimientos.

GONZÁLEZ VERA.