EL AMOR QUE CALLA
Si yo te odiara, mi odio te daría en las palabras, rotundo y seguro; pero te amo y mi amor no se confía a este hablar de los hombres tan oscuro
Lo mismo que un cristal se rompería si lo echara a rodar por mis canciones; ¡quién sabe si ni así lo recogías, que apenas me hace un ruido de oraciones!
Y tú lo quieres vuelto un alarido, y viene de tan hondo que ha deshecho su trémulo caudal desfallecido, antes de la garganta, antes del pecho!
Tuve palabras para la amargura, las encontré también en la alegría; en éste mira tú queda insegura, torpe, la lengua, como en la agonía.
Estoy lo mismo que estanque colmado y te parezco un surtidor inerte: ¡todo por mi callar atribulado que, sin embargo, es peor que la muerte!
Gabriela Mistral.