NOTAS SOBRE LA JUVENTUD LITERARIA DE CHILE

I.—LOS MUERTOS Y UNA FIGURA TRASHUMANTE

Algunas personas me han dicho, en más de una ocasión: “¿Por qué no escribe usted sobre los nuevos literatos, sobre los más jóvenes?” Y yo no he respondido nunca traduciendo mi verdadero pensamiento al respecto: “Quienes son los “nuevos”; dónde están y qué hacen?” En realidad, juventud literaria sin duda hay, pero ¿no dan vergüenza dos cosas: que sean tan pocos los que puedan ser nombrados y que 1a gran mayoría escriba aún sólo versos? “Hablemos de los jóvenes” —me digo a veces a mí mismo, y sólo puedo rememorar tres o cuatro nombres de poetas, siendo en vano que trate de buscar alguno más o piense adjuntar a ellos el de algún prosista. ¿Que va a ser de nuestra generación? No hay en ella un novelador, un cuentista o un ensayista. Pregúntese a. los jóvenes: todos son—al menos, para ellos y las grupos amicales—poetas, y perpetúan en sus versos, con una pertinacia ejemplar, 1a mala retórica del modernismo, el empalagoso hálito francés que han robado en :grandes obras que por casualidad cayeran en sus manos ociosas y poco viriles. Hagamos un rápido resumen: encontramos en aquella “poesía” qua se nos da—hablamos de la gran mayoría—lamentos crepuscularios y puramente decorativos, sollozos con mecanismo inmutable como un verso en que se han seguido bien las reglas..., eso es todo. Y también algunas posturas interesantes: la del buen hijo de familia que se cree canalla; la del borracho fétido que canta dulzuras y ternezas imaginadas a punta de mal mosto, y la; del “genio” que rueda incomprendido por medio de un ambiente que le es hostil... Por hoy restringimos nuestras palabras a una pequeña enumeración de autores que nos parecen dignos de ser mencionados, aún cuando acerca de muchos de ellos se podrá decirnos que no han encontrado aún su derrotero definitivo.

LOS MUERTOS.—Entre los muertos que no han pasado para nosotros de la juventud y acaso nunca de ella pasen, hay tres que se destacan. más firmemente: María Antonieta Le-Quesne, Alberto Moreno y José Domingo Gómez Rojas. María Antonieta (m. El 9 de Agosto de 1921) mantenía inédito un libro de poemas titulado “Recodo Azul”, del cual fué hecha en Valparaíso una deficiente selección, acompañada de un prólogo o noticia sobre la autora tan inocuo como mal escrito. A esta poetisa la ha señalado la fatalidad: su vida fué triste y doliente, y en la hora de su muerte, lejos de todos los suyos, debe haber sentido llegar a ella el frío de lo desconocido mientres buscaba en vano un brazo o una palabra amiga que le ampararan y le confortaran. Después Los amigos banales editaron malamente sus versos y han agravado con una torpeza hostil el triple sello de dolor con que ella se nos aparece siempre al espíritu: dolor de poeta, de madre y de amante. Alberto Moreno (m. el 19 de Noviembre de 1918) es uno de los representantes postreros de la bohemia infame que tiene anegada a nuestra literatura en la atónica vaciedad de los más de sus cultivadores. Lleno de un tesoro de armonía robustísima, inquieto minero de la realidad que se esconde en lo más soterrado e ignoto, lo dejó todo inconcluso, esbozado y en proyecto porque le mató la bohemia antes de que llegara a ser el primer poeta chileno de su tiempo. Chileno porque—como Pezoa Véliz—tenía dentro del alma íntegro, el paisaje de nuestra tierra, y a su contemplación su corazón encenagado alzaba el vuelo y añoraba “los pródigos regazos de una ternura santa”, la vida agreste y eglógica en medio de los prados y junto a los bosques intactos. Sus poemas, escasos relativamente, permanecen algunos inéditos y otros dispersos en numerosas revistas. José Domingo Gómez Rajas (m. el 29 de Septiembre de 1920) es el más complejo y jugoso espíritu de entre los de estos muertos. Su obra lo tiene todo: la nota. elegíaca, trascendental y hondísima, como en “Miserere” (algo de lo mejor que en Chile y aún en América se ha escrito); la gracia galante y sensual de muchísimos poemas breves que permanecen inéditos; el ardiente epicismo tribunicio de sus primeros versos, que se aureola de una cabal perfección externa en las elegías escritas en la prisión, sin que falten los intentos de grandes poemas filosóficos henchidos de doctrina, como vemos en el más logrado de todos: “Elegía” (publ. en el N.o 52 de “Claridad”). Realmente, es Gómez Rojas el único poeta muerto que podía haber aspirado—con éxito—a insuflar en sus versos un contenido trascendente de que generalmente aquellos en otros autores se nos presentan por enteo ayunos. Las obras de Domingo Gómez serán una revelación: la mayoría no sospecha aún de cuanto era capaz el poeta mártir de la libertad, cuyo cadáver acompañó, hasta su tumba, llorando su indignación amarguísima, una masa de cuarenta mil personas.

UNA FIGURA TRASHUMANTE.—No puedo dejar de mencionar, y bajo un rubro aparte, no entre los muertos sino como un ausente que no sabemos cuando tornará, a1 poeta Manuel Rojas, hijo de padres chilenos nacido en Argentina, autor de unos cuantos—muy pocos— maravillosos versos, siempre más escasos de lo que nuestro deseo nos dejara imaginar. Los que le conocimos, en sus estadas en Santiafo, pudimos darnos cuenta de su enorme valer espiritual, disperso, desmenuzado en esos viajes suyos a que le arrastraba una especie de dromomanía de hombre aventurero y caprichoso. No podía estar mucho tiempo en ninguna parte; le impulsaba al viaje más que el ansia de conocer otros horizontes, la. amargura presentida de dejarse dominar por la mansa quietud sin apetitos, y entonces liaba sus cuatro trebejos y echaba a andar como en busca de otro mundo en que plantar su tienda de ensueño y de cansancio. Y ese hombre que había vivido días azarosísimos de trabajo y de angustia—una temporada de barretero en medio de la nieve andina, algunos meses de cargador en el muelle de Valparaíso, breves semanas como apuntador de más de una compañía dramática hostigada por el hambre y la emoción vagabunda, y finalmente como linógrafo en el diario de Santiago—,ese hombre es el mismo autor de aquel soneto perfecto que comienza: Lo mismo que un gusano que (hilara su capullo... ¿Qué se ha hecho Manuel Rojas? Hace ya más de dos años que no tengo noticias de él: alguien con vaguedad, me ha dicho que había escrito desde un puerto del norte, Habana ni no me equivoco, y acaso algún día de éstos sepamos que desde el Japón o Noruega piensa retornar a. vernos aquí en Santiago, a hablar con quienes fuimos sus amigos para llenarnos de su melífica serenidad robusta y después alejarse de nuevo quizá para siempre, para no regresar nunca, dejándonos con el regusto sutil de su charla y el ritmo de sus versos áureos resonando en nuestros corazones asombrados.

Raúl SILVA CASTRO

Memento: Sobre Moreno, Gómez Rojas y Rojas hay diversos datos dispersos en “Claridad” (años 1920 a 1922), en “Numen” (Valparaíso y Santiago, 1918 y 19), en “Juventud” (1920 y 21) en “Selva Lírica” y en algunas otras publicaciones,—Manuel Rojas publicó en Argentina un cuadernillo de poemas suyos que apenas pude hojear breves momentos: en él sólo había versos que yo le .conocía ya.—“Recado Azul” es el titulo del volumen que la editorial “Ateneo” de Valparaíso dió a la selección de los versos de .María Antonieta (1921).

R.S.C.