LOS MALOS PASTORES

Porque un hombre de cultura superior, de ideas propias y de espíritu elevado ha tenido la valentía de decir que la única solución del eterno y odioso asunto chileno-peruano es entregar Tacna y Arica; los hombres de Gobierno, los patrioteros de oficio, se han dejado caer sobre él como se dejan caer los perros ante un ave herida. Y han hecho bien, porque si no ¿en qué van a ocupar su tiempo estos grandes hombres ilustres? Es necesario que haya algo con qué entretener al pobre público que los admira; y, la cuestión «Patria» es y ha sido siempre una farsa que da muy buenos resultados. Vicuña es, sin duda, un hombre honrado, porque solamente los hombres honrados son capaces de decir la Verdad. Entre los miembros que hay forman el Gobierno y entre el público que vitupera a este hombre que dice la Verdad, debe haber muchos, pero muchos hombres que no son enteramente honrados. Acaso si muchos de los que han llegado al poder ha sido por malas artes y sin honradez. Y, no obstante, todos se creen con derecho a juzgar a un hombre que está tan por encima de ellos como lo está el cielo azul de la tierra negra... Habrá, sin embargo, muchos otros hombres honrados que piensan como Vicuña Fuentes; acaso dentro del mismo Gobierno hay quienes piensan así. Pero, no se atreven a decirlo. Les va en ello el pan, la vida. Son pobres seres que no tienen el derecho de pensar por sí mismos. Piensan según lo que se les ordena, según lo que les conviene para estar mejor o peor colocados. A pesar del acendrado patriotismo de los grandes hombres que gobiernan este pobre país, que hoy defienden la Patria atacando y perjudicando a un mismo compatriota, hace cuarenta años que discuten la solución de este problema aplastante; y, no obstante, hasta hoy ni siquiera uno solo de ellos ha dado la más pequeña idea de lo que pueda hacerse para liquidarlo. Y cuando un solo hombre valiente (valentía es ésta de expresar una Gran Verdad; no es valentía ir a la guerra a matar o morir estúpidamente) ha dicho la única verdad, ha indicado el único camino a seguir, todos los demás se le han ido encima: —Ah, el antipatriota, el canalla, el vendido, el «degenerado»... ¡Degenerado! Esta es la palabra de batalla de todos los patrioteros, de todos los mediocres. ¡Ah, la eterna, la insulsa patriotería reinante!... ¿Cuándo acabará esto? ¿Por qué esos hombres que en las cámaras se ocupan de exonerar a un profesor de sus cátedras; que defienden la Patria y que quieren su progreso; por qué todos esos hombres no ocupan mejor su tiempo en recorrer las calles de esta tétrica capital y visiten los inmundos conventillos donde muere la gente de la «patria» que ellos tanto aman y defienden? ¡Ah, es que eso les demandaría un poco de trabajo; y defender la patria desde una tribuna, no les demanda ninguno. !Pobre país, pobre « Patria»: qué mal te gobiernan y comprenden los hombres que llegan al poder!

CLAUDIO MARILLOT.

Santiago, Setiembre de 1921.