Glosa de un Voto de la Federación

Se nos habla de la universalidad representativa del Estado cuando impone contribuciones y se olvida las consecuencias de esta afirmación cuando se la quiere hacer efectiva en el uso de los bienes fiscales para la difusión y vulgarización de determinadas doctrinas sociales. A una doctrina no le basta su existencia como fenómeno mental, necesita cumplir su destinación social. Para ello requiere además, de factores morales y elementos materiales. Teniendo en cuenta esto el Directorio de la Federación de Estudiantes tomó en una de sus últimas sesiones el siguiente acuerdo: Si el gobierno representa a la comunidad, y, si existe la libertad de opinar, todas las corrientes de opinión pública tienen iguales derechos a usar de los elementos materiales del Estado para la difusión y vulgarización de sus doctrinas. Hasta hoy los bienes fiscales que por propia destinación sirven para la enseñanza, no han podido ser usados para la difusión de doctrinas sociales contrarias a las sostenidas por el Estado. Como se ve, este acuerdo de la Federación de Estudiantes, que considerado en el terreno de la razón casi no debiera haber sido enunciado por su propia evidencia, se justifica plenamente por la situación de hecho existente. Todos los planteles de enseñanza desde la escuela pública hasta la Universidad, son costeados por contribuciones pagadas tanto por los anarquistas, como por los más furibundos defensores del Estado. La pertenencia, a unos y otros, de estos bienes, no puede ser discutida; por consiguiente, si el que es sostenedor del Estado tiene derecho a recibir sugestiones que le son simpáticas y a usufructuar de estos bienes materiales ¿con cuánta mayor razón estos bienes no le son debido a aquellos que no aceptando estas enseñanzas, concurren a costearlas en aquella proporción que se les obliga? En estas condiciones nadie puede hacer petición de mejor derecho, mucho menos el Estado que no podría distinguirse de los peticionantes. Sin embargo esta desigualdad existe; y este es uno de los múltiples medios que se tiene para contrastar la libertad de opinar. Toda nueva doctrina que contradiga las afirmaciones estatales, no encontrará eco en las clases acomodadas y carecerá en consecuencia de los elementos materiales para su difusión. Mientras no se le facilite los bienes fiscales indispensables para su difusión, hablar de libertad de opinión es una hipocresía, lo exacto sería decir: desigualdad de opinar.