EXPLANACIONES DEL DECLIVE

“El problema estudiantil y universitario descansa sobre el secundario y el primario. Y como este último se resolvería nutriendo a los niños y dándoles un vaso de leche por las mañanas…” (Palabras de un rector universitario, pronunciadas en memorable pero no lejana época.)

I

LA FUSION

La noche era triste. Y el frío que hacía tornábalos aún más taciturnos. Después de un prolongado bostezo Sergio Amunátegui habló con estas humanas palabras: “Como última concesión podemos pactar, mi digno compañero Cruzat Tirapegui, sobre estas bases, que redactó mi papá.” Y leyó: “1.o La Federación Nacional y la Federación de Estudiantes de Chile, considerando que es mejor estar unidas que estar separadas, acuerdan unirse. Y a fin de que nadie reconozca la verdadera calidad de los pactantes, acuerdan disfrazarse bajo el nombre de Federación Universitaria. 2.o La Federación llamará a una Convención Estudiantil amplia y adoptará los acuerdos de esta última siempre que se aprueben por os 23 del total del Directorio. Si se aprobasen, se adoptarán como acuerdos de la Federación. Lo cual no quita que, para calmar a los más timoratos digamos a continuación que no encuadrará la acción de la Federación dentro de ninguna declaración de principios. 3.o No se admitirán nuevos socios que no hagan profesión de fe anti-revolucionaria. Este juramento lo tomarán Sergio en compañía de Alfredo. 4.o Se reconstituirán las labores estudiantiles de acuerdo con el magnífico proyecto de los 5 departamentos cruzattirapequeños. 5.o Se elegirá presidente por unanimidad. Los votos en blanco se agregan a la mayoría. 6.o El presidente durará en sus funciones dos años y será inamovible. 7.o Se restablecerán las academias de box y bailes clásicos, y se prohibirá hablar de la cuestión social. 8.o Bajo apercibimiento de un campanillazo, durante las sesiones se prohibirá llamar “fiscales” a los miembros de la ex-Federación Nacional, así como también llamar doctor a Cruzat Tirapegui y a Sergio Amunátegui, hijo de su papá.”

II

EL NIÑITO CRUZAT TIRAPEGUI

La inconsciencia de los unos y la indiferencia de los otros puso en manos de un niñito Alfredo Cruzat una complicada maquinita. Y, en verdad, con el premio no se rendía sino un justiciero homenaje a un gran estudiante de medicina, que jamás repitió curso y que jamás había dejado de ser lo que actualmente es. Le regalaron la Federación de Estudiantes de Chile. Casi nada. Le regalaron una chuchería. Y él, para demostrar su precocidad a inteligencia., la desarmó en un santiamén.

En estricta justicia, no debiéramos ocuparnos de los cruzattirapeguis y otras moluscos que viven adheridos a los bajos fondos estudiantiles. Sería perder el tiempo. Gastar pólvora inútilmente. Pero la circunstancia excepcional de que un organismo como la Federación de Estudiantes haya ido a terminar como propiedad personal de un Cruzat cualquiera, y la circunstancia de que este niñito haya ido a entregarse con armas y bagajes al enemigo, nos obligan a detenernos un instante en este caso de “clastomanía estudiantil”. Porque ha de saber el niñito Cruzat que la Federación con que se rindió no ha sido jamás instrumento de lacayos, ni eunucos. Fué fundada en memorable ocasión, el 16 de Agosto de 1906, como protesta contra la soberbia y la prepotencia oficialista. Fué fundada a raíz de un vergonzoso desaire con que el elemento gobiernista dió término a la labor de los estudiantes de medicina que volvían de combatir la terrible epidemia de viruela que devastó a Valparaíso en 1905. Fué el grito de rebeldía, fué la protesta encendida, fué la revuelta de hombres viriles la que, desde los bancos y monumentos de la Alameda, proclamó a los estudiantes chilenos el advenimiento de la Federación. Y ese organismo vivió, creció y luchó sin servir jamás de instrumentos de siervos y lacayos. Dió cien batallas y tragó el polvo de la derrota y conoció los laureles de la victoria., pero jamás cedió. Cien veces erró el camino. Cien veces tropezó en la escabrosa senda de su evolución. De sus heridas brotó la sangre que purifica, y de sus dolores sacó nuevos entusiasmos, nuevas energías. Vilipendiada, escarnecida y pisoteada, supo renacer, como el Fénix, de sus humeantes cenizas. En ciertos momentos, fué la única que supo escupir la verdad al rostro de los malhechores oficiales. Fué hierro que abre las entrañas de la tierra endurecida. Fué llama que purifica. Fué acción. Y cuando algún mercader intentó cobijarse bajo sus columnas, el ambiente lo repudió. Y cuanto aunuco quiso encontrar en ella protección para su orfandad moral e intelectual, hubo de retirarse, convencido de que la Federación no era habitual refugio de impotentes, cobardes y decrépitos. Y como los palaciegos, los gestores gobiernistas y los arancibialazos la temieran, trataron de socavarla, de hundirla. Que la Federación no habría de ser instrumento vil de viles ambiciones. Y con treinta dineros fundaron la. Federación Fisco Nacional de Estudiantes. Esta si que era una organización buena y dócil. Contaba con el apoyo y la simpatía de la mediocridad ambiente. Nada le faltaba. Ni los elogios de los miembros del Club de la Unión, ni las canchas de caballos del club ecuestre, ni el aplauso del honesto periodismo nacional, ni siquiera las felicitaciones del honrado Arancibia Lazo. Y es claro. La nueva organización creció. Y atrajo a su seno a los que, lógicamente, había de atraer. En un comienzo era una concepción }”idealista” de Arancibia Lazo, pero más tarde, a la sombra de los treinta dineros, empezó a ser algo. Había dos Federaciones. La que fundaron los muchachos en 1906 y la que fundó el gobierno en 1921. La primera había peleado en cien batallas. Estaba herida y desangrada.. La segunda manteníase bajo la protección indirecta de palaciegos y aristócratas. Estaban más floreciente y, sobre todo, más rejuvenecida. Había dos fuerzas, dos ideales, dos tradiciones frente a frente. Había llegado el momento de entenderse de hombre a hombre. Había llegado el momento de definir posiciones. El niñito Cruzat, en cuyas manos cayó incidentalmente la antigua Federación, la que tenía un pasado sobre el cual mirar sin sonrojarse, vió que el peso que tenía sobrepasaba sus fuerzas. Habló, entonces de fusión estudiantil, de unificación, de acción común. Unificación de estudiantes, si. Pero unificación de estudiantes y lacayos, de hombres y de eunucos, nó.

Y el niñito Cruzat, que pudo siquiera haber presentado batalla al adversario, prefirió rendirse y entregar las armas al enemigo. Y por su inteligente acción, nacerá un nuevo organismo heterogéneo. La Federación de las unanimidades se ha formado. La Federación en que prime el número, la masa informe de una mayoría, en que se actúe a fardo cerrado, a machetazos. Será la Federación de la componenda, del arreglo y de la transacción. Será la digna continuadora de la Federación Fisco Nacional!

Y de la antigua Federación, que era campo abierto, tribuna libre y arena de combate para las que pensaban con su propio cerebro, se pasará a un reducto estrecho, con calificación de socios, con acuerdos casi unánimes, con consultas a los de arriba y con claudicaciones. El terror a la inteligencia, a la discusión amplia pero serena, al imperio de la verdad y de la razón, los ha obligado a imponer tantas trabas, tantos filtros, tantas guillotinas!

Pero no Importa. La vida estudiantil es un constante devenir. Y cuando ni el recuerdo quede ya de los honrados arancibialazos ni de los leales cruzattirapeguis, cuando los amunáteguis se hayan hundido bajo el peso de su propia mediocridad, cuando se gasten los discos fonográficos palaciegos, cuando los rastreros y los cobardes vuelvan a sus casas con sus tan ansiados títulos universitarios y dejen de aplastar por su enorme masa a los espíritus más selectos, cuando haya menos servilismo y ruindad, la Federación volverá a ser lo que en otrora fué: templo de lucha, de idealismo y libertad.

R. L. GUZMAN.