LA REACCION EN ESPAÑA

La tierra de Unamuno y de Baroja ha sido sacudida por una revolución, revolución alentada por el rey y llevada a cabo por militares deseosos de figurar y de surgir. Impulsados por intereses pequeños, faltos de ideales nobles y altos, cambiaron hombres de gobierno y hoy día la España se ve sumida en una dictadura y dictadura militar, con todos sus horrores y arbitrariedades, con todos los efectos dañinos que son lógicos en tal régimen. Primo de Rivera hombre hábil quizá , supo darle a este movimiento un tinte libertador pero también basado en la fuerza bruta de las bayonetas ha principiado a castrar libertades, a fusilar soñadores, a sembrar de fusiles los campos donde antes florecía la paz que, aunque convencional, nunca se vió en tal peligro como en el de hoy día. Este régimen de fuerza ya ha principiado a mostrar sus frutos y así vemos cómo al pueblo catalán, pueblo que tiene glorioso pasado en el arte como en el comercio, se le priva de sus costumbres de su lenguaje y de sus escuelas. Se le trata de privar de sus ideas a la fuerza, pero el cerebro militarizado de Primo de Rivera no alcanza a comprender que la libertad deseada no se marcha sino cuando haya muerto el último de sus hombres. Cataluña, país que cual Irlanda soporta la bota militar de la nación dominante, no tardará en sacudir su yugo, borrando la afrenta humillante, para levantarse orgullosa entre sus hermanas de la humanidad. Los militares no han olvidado que sus vida depende de la bajeza del régimen actual y han formado en toda España el famoso “somatén”, verdadera “guardia blanca” que en momento oportuno sabrá balear obreros indefensos que aspiren llegar a un régimen de menos maldad, de más justicia y amor. Así como régimen de Mussolini en Italia cuenta con la ayuda de dos capitalistas de ese país, la dictadura militar española, estoy seguro, contará con la ayuda fiel y continua de los capitalistas españoles. Saben estos últimos que en este régimen no serán molestados con huelgas, que podrían abusar cuanto les plazca, que podrán asesinar a cabecillas revolucionarios de verdad, y de allí el apoyo enorme que tendrán los militares en los explotadores del obrero español. No tardaremos en saber cómo los comunistas o sindicalistas de España son asesinados en plena calle, cómo la juventud es llevada cual rebaño a los cuarteles, cómo la sangre regará la hermosa tierra española. En Italia pasó ya esto y aun hoy sigue la carnicería humana. Murieron por millares los hombres que pensaban, que no se humillaban ante el poder. Así en España veremos, también, cómo funcionará la guillotina militar para los rebeldes españoles, sembrando la ruina en humildes hogares de obreros; veremos cómo a los intelectuales se les encarcelará porque dicen lo que sienten y, quizá, de nuevo Unamuno visitará la cárcel por decir verdades sobre un rey imbécil. Pero todo sacrificio no es perdido. La sangre de esos héroes ignorados dará fuerza a la tierra libertaria y surgirán e nuevo con mayor ímpetu las ideas de redención para hundir para siempre la ruindad actual!. Se hará la gran revolución, la verdadera y grande, impulsada por los intelectuales en vez de las máquinas de cuartel que impulsa a la actual, y sembrarán en los campos su simiente nueva, sacarán las malezas para echarlas al fuego destructor, y veremos esos campos, ayer estériles, llenos de espigas doradas y de verdes árboles cuyos frutos hermosos serán gustados por todos, sin excepción alguna. El mundo burgués gritará congestionando, dirá que los revolucionarios, que la fuerza es el arma del bruto, pero no se darán la molestia de mirar hacía el pasado para ver que la fuerza fué empleada por ellos primero, que la revolución fué a veces su salvación y que el asesinato fué su oración diaria ante el becerro de oro, que es su Dios. No recordarán las víctimas despedazadas ante el altar de las guerras estériles impulsadas por intereses de los negociantes; no recordarán Marruecos, ni a los moros defensores de su suelo, ni recordarán la miseria que el obrero y el empleado tuvo que soportar durante los crímenes de Dios Marte. Gritarán rudo; sus prensas darán noticias falsas y pintarán a los apóstoles con caras de dragón, pero esos gritos y esos arrebatos serán tardíos, pues la libertad cubrirá con sus alas radiantes los lugares hermosos donde la justicia haya impregnado los aires de dulce perfume y los hombres vivan como hermanos, sin luchas fatricidas ni ejércitos inútiles. ¡Descubrimos reverentes ante las víctimas de hoy, pero alberguemos en nuestros corazones la fe y la esperanza que traerá días mejores a la humanidad doliente!

Julio ALTMANN S.

Concepción