EXPLANACIONES DEL DECLIVE

EL TINGLADO DE LA FEDERACION UNIVERSITARIA

Ayer, los que actuaban en las organizaciones estudiantiles eran, ante todo y sobretodo, hombres. Tenían una ideología y una voluntad. Tenían un ideal. Y a este ideal sacrificaban, tantas veces—¡tantas!—la mezquindad del interés, las deleznables conveniencias del momento, el juicio público, la imbecilidad colectiva y reaccionaria. Esos hombres tenían conciencia de su propio valer y de la importancia de su obra. Miraban al porvenir. Sembraban. Los más recios sacudimientos espirituales que en el último tiempo han sacudido nuestro ambiente social, fueron obra suya, o, por lo menos, los contaron entre sus más firmes colaboradores. Cuando la justicia o la verdad escarnecidos, clamaban, ahí estaba, siempre pronta, la juventud universitaria, de pié. Pero hoy las cosas han cambiado. Sobre la apatía de la juventud universitaria se ha encumbrado una minoría de títeres pintarrajeados por todos los prejuicios, movidos interiormente, por una cuerda de arribismo desesperado y desesperante. Porque ¿qué otra cosa son los Osvaldos Sagües, los Víctor Alfonso, los Vicente Vial, los Cruzat Tirapegui, representantes genuinos del nuevo régimen federal y altos exponentes de la mediocridad ostentosa e incivil? En un artículo anterior hacíamos constar nuestra esperanza de que la Federación Universitaria fuera, con las obligadas rectificaciones ideológicas, la institución que continuara superándola, la obra renovadora de la antigua Federación de Estudiantes de Chile. Pero nos hemos equivocado. La Federación Universitaria no sirve sino para satisfacer las ansias patológicas de figuración de un núcleo de esforzados representantes de la cursilería gesticuladora, declamatoria y con tongo. De ellos, de su fatuidad, está impregnada la nueva federación. Espinas dorsales flácidas, se doblan con inaudita facilidad ante los mismos que ayer no más, y siempre, han sido tenaces enemigos de la juventud libre. No es de extrañarse. Los de la misma calaña: reaccionarios, aristócratas, que exhiben sin pudor sus apellidos, sus relaciones y muchas otras cosas. Al lado de estos se desarrolla una fauna procaz de buscones políticos, de advenedizos oportunistas que se inflan con la reluciente compañía de los “jovencitos bien”. Al lado de un Alfonso, pontifica un Sagües. Como en la fábula bíblica se ha vendido la dignidad por un plato de lentejas. Y esto no merecería comentarios si se tratase de actos exclusivamente personales, pero se ha lamido los pies de muchos menguados, a nombre de los estudiantes de Chile. Se ha buscado el apoyo y el aplauso de pelucones infatuados, se ha adulado al Rector de la Universidad, adversario hipócrita de la muchachada, se ha transigido con los empleados públicos e hijos de burócratas y hacendados que forman la Federación Nacional. Las gestiones de unificación, que fueron una larga mascarada, tenían que fracasar. En ellas intervinieron personas que tenían concepto de su responsabilidad. Más, a continuación, el desconcierto cundió en la institución recién constituida. Todos quisieron ser la primera figura. Todos querían mandar. Y para ello eligieron presidente a un jovencito, excelente persona, católico y decorativo. La breve vida de la Federación Universitaria ha sido un impúdico festín de figurones, de rastreros, de afeminados que han traído al Club de Estudiantes toda la chismografía, la charlatanería y las pequeñas preocupaciones que lamentablemente caracterizan el Club de Señoras. Y esto no puede continuar. Es urgente la protesta. Es urgente renovar el ambiente de la Federación. Que se vayan de ella los serviles que golpean las puertas de los poderosos con suavidad de palaciegos mendicantes. Que se vayan de ella los ateneístas cursis que pontifican con acarameladas frases en las reuniones de señoritas y de accionistas panzudos. Y que los reemplacen, hombres, corazones sinceros, voluntades decididas, hombres que tengan una verdad y que sepan gritarla contra todos y contra todos. De otro modo, la desunión de los estudiantes no tendría razón de ser. ¿Qué diferencia hay en la actualidad entre la Federación Universitaria y Federación Fisco-Nacional? Ninguna. ¿Qué diferencia hay entre un Osvaldo Sagües y un Arturo Nato; entre un Víctor Alfonso y un Undurraga? Ninguna. Es preciso terminar la comedia. Barrer con lo anodino, con los individuos sin ideal, con los ambiciosos insignificantes, con las situaciones ambiguas y resbaladizas. Y esta dura pero necesaria labor está encomendada a los que no contemporizan con la carroña, a los que no transigen con la mentira, a los que no perdonan a los histriones. Nosotros, los que hemos seguido con impecable imparcialidad el proceso estudiantil, podemos hoy día afirmar: La Federación Universitaria está llena de carroña moral y reaccionaria, de mentira y de histrionismo. Y podemos también afirmar: O son verdaderamente hombres, y hombres con ideales los que dirigen y representan a los estudiantes de Chile, o la Federación Universitaria debe ser combatida, como un elemento retardatario; como una segunda edición, aumentada y empeorada de la Federación Fisco-Nacional. El dilema es claro, terminante e indiscutible. Los estudiantes libres y dignos tienen, ahora, la palabra.

R. L. GUZMÁN.