NOTAS MAGALLANICAS

LA FEDERACION OBRERA DE MAGALLANES

No es nuestra intención hacer un resumen completo de las actividades obreras de la zona, sino esbozar unos cuantos aspectos de ellas para integrar el cuadro de vida magallánica que hemos intentado. Sin embargo, la clase obrera de Magallanes, organizada, en forma por demás avanzada y constitutiva de un respetable poder, puede servir de modelo a cualquier núcleo del país. Del análisis de los hechos que citaremos fluye, a nuestro parecer, dicha conclusión.

Hasta poco antes de 1920, año en que se efectuó como todos saben el saqueo e incendio del local federal, la organización obrera era el conglomerado proletario más fuerte del país. Poseía un gran local y un buen teatro anexo, en el cual se daban conferencias y se representaban piezas teatrales, acompañadas de actos músico-literarios, a los cuales asistía la casi totalidad de las familias obreras de Punta Arenas. Tenía también de su propiedad la Federación una buena imprenta en la cual imprimía el periódico de propaganda y de combate, “El Trabajo”. Afiliados a la organización estaban todos los trabajadores de la zona, ya sea los que trabajan en la ciudad, ya los de las estancias, ya los de las faena marítimas. Como asociados eran generosos, desprendidos en bien de su organización, al mantenimiento de la cual contribuían voluntariamente con cuotas que en el centro del país causarían asombro y resistencia. Materialmente, pues, la Federación Obrera de Magallanes tenía una espléndida situación. De ella participaban en el trabajo sus afiliados, gracias a la robustez del organismo, que había sabido imponerse plenamente a los patronos. En tal forma, al comenzar las labores del año se firmaban—y se firman aún—contratos de trabajo entre los obreros y los industriales, fijándose en ellos minuciosamente la remuneración y las más pequeñas circunstancias de las faenas. Estos contratos se cumplen más o menos por ambas partes, lo que revela que no conviene absolutamente a los patronos pugnar con obreros que tienen una acentuada conciencia de clase y una cohesión solidaria a toda prueba. Desgraciadamente los salarios—aun cuando en algunas faenas y funciones especiales son buenos—no corresponden por lo corriente en la proporción que se desearía, al elevado costo de la vida en aquella región. La Federación, cuya sede central radica en Punta Arenas, tenía y tiene ramificaciones directas en Puerto Natales y en Porvenir (puerto ubicado al lado sur del Estrecho, en Tierra del Fuego). En los asuntos de carácter local estos núcleos mantienen su autonomía, sin olvidarse del control que desde Punta Arenas se ejerce y de que todos los obreros del Territorio se han agrupado en torno a un programa de principios avanzados que tienden celosamente a realizar. Gracias a la falta completa de actividades política en el Territorio y a la poderosa influencia ejercida por un número escaso y selecto de libertarios en las filas obreras, la Federación ha tenido una orientación netamente sindicalista. La ideología ha cristalizado, pues, en una declaración de principios que fija al organismo una finalidad puramente revolucionaria. Aunque muchos camaradas los conocerán acaso, copiaremos algunos acápites de ese cuerpo de doctrina de avanzada idealidad. “La F. O. de M. es una institución de resistencia fundada con el objeto de propender a la propaganda de su plan de defensa social que tiene por divisa la unificación del proletariado universal, único medio seguro para llegar, por conducto directo, a la emancipación de los trabajadores, como primera etapa del comunismo anárquico, sola base en que se puede establecer la verdadera paz y armonía social de toda la humanidad.” Basado sólidamente el organismo, se agrega que propenderá a destruir los siguientes sofismas: “A) SOFISMA PATRIÓTICO: O patrioterismo sin justificación científica, que sólo sirve para crear un margen a la bestialidad humana. B) SOFISMAS RELIGIOSOS: Las religiones todas tienden a arraigar en la conciencia de los débiles, que por ellas son sugestionados, el miedo a lo indefinido, impidiendo así que el hombre pueda rebelarse contra el estado de humillación en que desde siglos yace. Y C. SOFISMA POLITICO y PARLAMENTARIO: La política, sea la más retrógrada, sea la del más avanzado comunista, debe combatirla todo obrero que ame y luche por la emancipación social, por cuanto ella es inmoral en el fondo y en la forma de los procedimientos y prácticas adoptados.” En menos palabras—termina ese interesante documento—, se debe combatir denodadamente al Estado, al Capital y a la Religión porque los tres poderes se basan en los engaños antes diseñados.

La gran mayoría de las huelgas emprendidas en aquel entonces obtuvieron éxitos rotundos, debido tanto a la acertada gestión de los dirigentes de esa época como a la acendrada conciencia y fuerte cohesión de las filas proletarias. En efecto, desde entonces se limitó la jornada a ocho horas, se obtuvo una comida bastante regular en los frigoríficos, se consiguió el reconocimiento, por los patronos, de la Federación como organismo dirigente y se impuso la aceptación de delegados obreros en las faenas para controlar el cumplimiento de los contratos de trabajo. En estas circunstancias las condiciones del trabajo en la zona magallánica han sido durante algún tiempo las más benévolas y favorables para el proletario en todo el país. Dentro de la Federación había elementos anarquistas de convicciones seguras y de fuerte personalidad que con la diligencia tesonera, característica en los anarquistas, desarrollaron una obra activa de propaganda de sus doctrinas de libre acuerdo. Editaron a1gunos periódicos de batalla y doctrinarios y lograron difundir ampliamente en la masa sus postulados de redención. Todos los factores mencionados contribuyeron a forjar una conciencia de clase tan firme y clara en los obreros del territorio, que en más de una ocasión, en los conflictos, las autoridades territoriales se vieron obligadas a parlamentar con ellos a fin de llegar un arreglo sobre la base de concesiones. Si los dirigentes o caudillos de aquellos instantes hubiesen tenido más visión de las cosas, si se hubiesen sentido menos amarrados por personalismos mezquinos, se habrían seguramente adueñado de la dirección y administración del Territorio, dando lugar a una bella aventura que habría consagrado aún más su poder como organización. Pero en 1920 Juan Luis Sanfuentes, en los últimos días de su nefando gobierno, decretó calladamente el exterminio implacable de los organismos obreros, asesorado por el mismísimo Enrique Zañartu que hoy, convertido en aliancista, hace posturas y piruetas para asaltar a su turno la presidencia del país. La Federación Obrera de Magallanes fué pasto en esa ocasión de las llamas de un incendio hecho cobardemente, gracias a las sombras de la noche, por tropa del ejército, policía y “guardia blanca” en general, todo al mando del gobernador, Alfonso Bulnes. La clase obrera chilena contará esta fecha entre las más terribles de su vida de lucha y de esfuerzo en pos del mejoramiento de su condición. Los camaradas, en un número desgraciadamente escaso para hacer otra cosa que una resistencia desesperada que mantuvo en jaque largo tiempo a los asaltantes, fueron quemados, sin distinguirse sexo ni edad, y a los que sobrevivieron se les llevó esa misma noche sigilosamente mar adentro… Después de esta época de horrores en que todo fué reducido a cenizas—¡hasta los cuerpos de algunos “cabecillas”!—, se creyó que la Federación no podía resurgir. Pero el entusiasmo y la energía denodada de los compañeros pudieron más que la salvaje represión que no sabemos cómo calificar adecuadamente. Poco a poco se fueron organizando de nuevo los antiguos departamentos federales. La labor no podía menos de ser fecunda y fructífera, aún cuando al cabo de aquellos días tempestuosos parecía que nadie se habría atrevido a asumir nuevamente la vanguardia de la protesta. La Federación se rehizo en otro local, volvió a tener imprenta, pues la antigua había sido minuciosamente destruida, y reinició la publicación de “El Trabajo”, esta vez como diario. Hubo grandes cambios en la dirección del organismo federal, que poco a poco llegó a tener si no la misma preponderancia de antes, una efectiva trascendencia para el desarrollo del trabajo en la zona. Más tarde, desgraciadamente, ha habido algún nuevo retroceso lamentable debido a rencillas personalistas y aún a malas actuaciones de dirigentes en quienes sus camaradas habían confiado en exceso. Hoy—al menos en Punta Arenas, pues en Natales el organismo mantiene su línea ascendente—las filas se encuentran raleadas. En todo esto se reconoce la obra infausta de algunos individuos que pretendieron ser caudillos antes que formar sólida conciencia en la clase obrera, tal como antes se había hecho con tanto éxito. En Natales, como hemos dicho, la organización ha permanecido fiel a su antiguo y avanzado programa. En sus filas se reconoce fácilmente más cohesión ya que también ha en dicha población menos entretenimientos que aparten a los obreros de su círculo natural. lo que no sucede en Punta Arenas, ciudad ligera y despreocupada. Y para finalizar, podemos decir que nunca se ha recibido bien en el Territorio, en especial por parte de la clase obrera, a los individuos que, obedeciendo a intereses personales fácilmente reconocibles, pretenden desviar por cauces políticos la actividad de los proletarios. En este sentido la organización obrera de Magallanes ha mantenido celosamente, sin menoscabo alguno, su primitivo programa sindicalista que extractamos más arriba. Que lo realice íntegramente es lo que deseamos y lo que esperamos, llenos de fe en el futuro.