Un poema de Winett de Rokha

LA PREGUNTA RUBIA

Era el cuarto una antigua casa de ratones mugrienta y oscura

Tiznaba el pan el humo negro y anarquista del fogón.

¡Dolor que ya no acierta a ser dolor de tan aburrido, de tan repetido y tan cotidiano!

El, zapatero renegado, ella, seno de trapo y mirada caída de hoja.

De los días azules sólo vieron anocheceres, hierro, suelas, utensilios enmohecidos

El sordo maldecir la palabrota obscena y manoseada danzaba en las bocas amargas.

Sólo de cuando en cuando caía un trino de las vigas. “Mujer, ¿pusiste agua al canario?”