El Juguete Inadvertido

Vinieron cuatro esquinas a señalar un mismo encuentro inútil entre dos calles que no se conocían. Su estupefacción enflaqueció sus perfiles; las calles continuaron sin saludarse pero frente a frente quedaron mirándose entonces las cuatro. Una de ellas dijo debajo de su visera de tejas: ALMACEN LA TACITA DE PLATA, las otras no contestaron nada y se quedó con sus dulces palabras en la frente para que cualquiera las recogiese. Se hace de noche sobre ellas, brillan en lo alto lejanas incrustaciones inveteradas. Enchapaduras de arpas o cítaras que el viento de más lejos remece esclavizan los fuegos febriles. CUALQUIERA tiene sueño y solo busca el conmutador de las más altas luces del cielo ahora. Aquí en medio de la calle dejó antaño en el foco del alumbrado público, un pequeño día de invierno que ya nadie recuerda, prisionero en una red de cazar mariposas. Es alta noche; entonces, la esquina entre las manos de la soledad se torna en mi juguete preferido hasta que aparece el lucero advertencia del día que sigue. Caja de sorpresas de súbito a la calle solitaria arroja un hombre que anda y este es el juego de la esquina. Caja de sorpresas a veces este hombre es mi amigo y hasta una vez era el hermano de mi novia. La calle está desierta y las únicos que pasan son quince minutos presurosos alrededor de sí mismos, y luego una hora de negro. De entre el follaje de la noche, puedo decirlo, como una fruta para sus manos rueda una estrella despavorida entre guarniciones de reflejos minerales. ¿Quién picotea los azahares de la noche? Eludiendo los estuarios de revelaciones incesantes, a través de las grandes pausas de arriba alguien evita su sombra esforzándose en vano por obtener de nuevo su alcancía desparramada sobre los terciopelos profundos. No suena el resorte de este juguete perfecto cuando el viento aprieta su índice y la esquina de las agustinas, mi caja de sorpresas arroja a la calle un ciego con su guitarra y su perro, tres hombres que caminan y conversan. Pero esto no permanece, más tarde todo se olvida por último; se quedará el pobre juguete sin precio en los. hondos zapatos de siete leguas que tiene el sueño en mi cuarto para dar la vuelta al mundo en la noche.

TOMAS LAGO.