NOCHE

La noche de verano alarga –sobre el biombo del cielo– su cuello de garza y pesca en el arroyo del silencio, la concha de la luna sonrosada...

Te acercas más a mí. Te cubre entera con su kimono de seda estrellada la noche de los cuentos orientales. Y, en tus ojos, la sombra se levanta como el vaho del opio, en leve espira, mientras la piel bañada de tu cuerpo de lirio y de ciruela, al aire del crepúsculo derrama el fresco aroma de un tempo de arroz coronado de grullas y de garzas.

Como una rama de bambú son quebradizas tus palabras. Y como tus cabellos lacios es el artificio de tu sencillez refinada.

Tus besos saben a té recién hecho, bebido en dedales de porcelana, y tienes la elegancia de esos salones cuyo mobiliario lo forman una rama de crisantemos blancos, en el vaso del aire, un jarrón de amapolas deshojadas y ese pañuelo de seda azul que la tarde, después de la lluvia, pone a secar en las ventanas...

JAIME TORRES BODET.