¿Qué opina Ud. de la reforma Universitaria?

Respuestas:

DE PEDRO GODOY

Toda reforma es inútil si queda en el papel, y es arriesgada, si la gente no está preparada para realizarla. No doy ninguna importancia a la proporción numérica de representantes de un lado u otro. El problema consistiría en establecer una disciplina que, aunque costase esfuerzo, fuera noble. Esta disciplina sólo podría basarse en nociones, sentimientos y propósitos comunes.

Si el propósito común es saber, debemos aceptar, sin espanto, cualquier idea que mejore el saber; y rechazar de plano cualquiera que realizada condujese al fin opuesto. Si no tenemos un propósito común, los planes de reforma serán inútiles y no valdría la pena de intentarlos.

Enseñar y aprender es en el fondo lo mismo. El profesor es un estudiante más viejo. Por sobre todas las reformas, doy principal importancia al intercambio de afectos entre profesores y alumnos. Como no hay fiscalización sobre el profesor, la que podrían ejercer los alumnos es mejor que nada. Cuando el profesor es pedagógicamente inepto, no lo sabe a ciencia cierta sino el alumno; pero el papel de verificar ese hecho mejor sería que no le cupiera al alumno. Yo creo que el alumno debe intervenir en la elección de Rector de la Universidad y no en el nombramiento de profesores. El Rector representa la tendencia general de la Universidad, el espíritu. El profesor es la ciencia y por eso, principalmente, el alumno no está capacitado para juzgarlo de modo previo.

La Universidad debería corresponder a su nombre, que es antitético de exclusividad. Es el “Mir” en el terreno ideológico.

El título universitario tiene muchos caracteres de aprovechamiento individual y a él están ligadas, para la mayoría de las gentes, ventajas materiales. Si se suprimieran los títulos, la disciplina sería mucho más fácil.

El estudiante, por naturaleza, tiene que ser el más avanzado ideológicamente en su clase. Además de la generosidad del que puede darse sin reservas, no tiene ni siente, felizmente, responsabilidades materiales; pero ignora la limitación de las posibilidades. Es necesario confrontarlo con hombres que, teniendo de común el espíritu general, hayan vivido lo bastante para saber cómo prácticamente resultan limitadas las posibilidades de materializar los ideales.

La Universidad opera en un campo donde la socialización tiene las menores dificultades prácticas y donde es más necesaria. Su principal herramienta es el lenguaje y su producto, la idea. Es imposible concebir un lenguaje o una idea que no sea social.

La disciplina universitaria es entonces muy difícil de establecer porque debe ser social dentro de un ambiente individualista. Políticamente, la compresión o la coacción puede ser inevitable en momentos álgidos y breves, y entonces se justifica; pero la educación debe tender a lo contrario: en vez de reprimir debe suscitar y exaltar los sentimientos favorables a los grandes fines sociales. El alumnado, sentimentalmente, tiene siempre la razón; pero los sentimientos no son el mejor guía de la conducta. Se debe escuchar siempre; pero no puede pesar de manera preponderante y exclusiva.

DE DANIEL SCHWEITZER

Estimo que la Universidad no cumple un fin social. Su acción se limita a conceder títulos profesionales. Esto constituye un privilegio de orden económico, en beneficio de un reducido número de personas. Intentar la modificación del sistema universitario es ir a la abolición de dicho privilegio.

DE MANUEL CONTRERAS MOSCOSO

Al plantearles los puntos de vista que defenderé en representación de los estudiantes ante el Consejo de Alumnos, Profesores y Egresados, les planteo, en realidad, la posición que asumiremos todos los miembros del Grupo Avance. Creo que el movimiento estudiantil ha tenido hasta ahora, en América Latina, un carácter esencialmente burgués. Ha tenido su origen en el desplazamiento de las oligarquías aristocráticas y terratenientes por las pequeñas burguesías nacionales al servicio de la gran burguesía industrial extranjera. Ha seguido en su curso el movimiento de la Reforma, la misma línea política de la burguesía, en el proceso de subordinación de sus economías semicoloniales, al capital financiero de los imperialistas. Para probar estas afirmaciones, basta que lo analicemos en algunos de sus postulados fundamentales. Los universitarios del Manifiesto de Córdoba nos dieron la ubicación demagógica de la Reforma, voceando la llegada de una Hora Americana, por la que debían luchar estudiantes y obreros, estrechamente unidos. Nos hablaron de una “justicia social” a base de “conciliación de clases”; de una “elevación moral del pueblo a base de la educación popular”. Por otra parte, la posición anti-imperialista que asumieron, no fue sino una “posición antieuropeísta”, (como dice Ricardo Martínez de la Torre)– la Hora Americana–, contra el capitalismo inglés. Así tenemos que el movimiento de reforma se fusionó plenamente con las aspiraciones de la burguesía, que no anhelaba otra cosa que romper con los ingleses para ponerse al servicio de los imperialistas yanquis.

Se ha hecho entonces, hasta aquí, el proceso político de la Reforma Universitaria en América Latina Nosotros queremos darle ahora su ubicación social, como lo están haciendo también los camaradas peruanos del Grupo Vanguardia. Estimamos que todos los organismos del Estado burgués son su reflejo. La Universidad, siendo reflejo de este Estado, lo es así de la clase dominante Por lo tanto, ningún movimiento limitado a la Universidad nos puede llevar a una verdadera transformación social. La Reforma, no es para nosotros, sino un detalle del proceso revolucionario que abarque toda la organización social. No le señalamos rumbos a los obreros, como los universitarios de Córdoba y los estudiantes todos de América Latina lo han venido haciendo hasta ahora. Nos ponemos, por el contrario, al servicio del proletariado en su lucha de clases, en su lucha contra la burguesía. A los postulados de Reforma, sólo les damos el carácter de reivindicaciones inmediatas. Y luchamos, desde este punto de vista, por: 1.o Por el derecho de los alumnos a intervenir en la dirección de la Universidad, por medio de los Consejos de Profesores, Alumnos y Egresados, que elegirán de su seno a cualquiera de sus miembros para desempeñar las funciones que actualmente llena el Rector. Los miembros de los Consejos serán removibles en cualquier momento, a voluntad de sus electores. 2.o Por la asistencia. libre; abolición definitiva de las listas. 3.o Por la docencia libre, entendiendo como tal, no sólo el derecho de establecer cátedras paralelas a las existentes, sino también el derecho de enseñar materias que no estén incluidas en los programas. Por la libertad de opinión dentro de la Universidad. 4.o Por la abolición de los exámenes parciales y por el establecimiento de una prueba única final. 5.o Por el derecho de los alumnos para seguir sus cursos en el orden que lo deseen, sin sujeción a un programa obligado. 6.o Por el aumento de los aportes económicos del Estado a los servicios educacionales y la rebaja de los aportes a los servicios de guerra y policía. 7.o Por la autonomía económica, didáctica y administrativa completa de todos los grados de la enseñanza. Por la entrega de la dirección a sus propios órganos, democráticamente elegidos. Contra el Estatuto Universitario, que suprime totalmente la autonomía. 8.o Por la abolición de los derechos de matrícula, de examen y de grado, y por la gratuidad absoluta de la enseñanza. 9.o Por la abolición de todas las trabas que impiden el libre acceso a las escuelas. Por el derecho a estudiar de quien lo desee. 10.o Por la obligación del Estado de dar trabajo a los profesionales desocupados que lo soliciten. Contra el acaparamiento de puestos, por los profesionales enriquecidos.

DE DANIEL BARROS VARELA.

Iremos a la Comisión de Reforma Universitaria con la firme determinación de llegar a conclusiones útiles, que satisfagan en parte siquiera los anhelos largamente sentidos por el estudiantado. No he de ser yo, marxista convicto y confeso, quien piense que es en este decadente régimen burgués en que vivimos, en donde pueda elaborarse la verdadera Universidad. El anhelo de ver convertidos en hechos reales aquellos principios fundamentales por los cuales vienen luchando desde hace tanto tiempo las generaciones estudiantiles, habrá de darnos una base segura para dar en seguida con éxito, un paso adelante. La total autonomía en su triple fase: administrativa, didáctica y económica; la docencia y asistencia libre; la extensión universitaria: la participación de los estudiantes en los Consejos y Facultades; la democratización de la Universidad, son puntos que habremos de conseguir como base mínima del nuevo Estatuto. Representamos una parte del electorado estudiantil, consciente y decidido; iremos a la Comisión con firmeza y energía y los universitarios, esta vez, no se dejarán engañar ni arrastrar por autoridad ni promesa alguna.

Santiago, Diciembre de 1931.