YO, mi solo señor

Max Stirner (Juan Gaspar Schmidt), el espíritu individualista mas formidable de todos los tiempos, hace a la sacrosantidad y simbolismo de las Instituciones la crítica más dura y acerada que posiblemente jamás se haya escrito. De u obra fundamental 'El Unico y su Propiedad', hemos escogido una de las paginas más hermosas.

¡Escucha! En el momento mismo en que escribe estas líneas, las campanas se han puesto a tocar; llevan a lo léjos un alegre mensaje mañana se celebra el milésimo aniversario de nuestra querida Alemania. ¡Tocad, tocad, oh campanas, campanas, campanas de los funerales! Vuestra voz es tan solemne y tan grave, que parece que vuestras lenguas de bronce son movidas por un presentimiento, y que escoltais a un muerto. Pueblo alemán, y pueblos alemanes, tienen tras sí diez siglos de historia ¡qué larga vida! ¡descended, pues a la tumba para no levantaros jamás y que sean libres los que habeis tenido encadenados por- tanto tiempo!- El pueblo ha muerto, YO me levanto. ¡Oh tú que has sufrido tanto oh mi pueblo alemán! ¿cuál ha sido tu sufrimiento? Lo era la tortura de un pensamiento que no puede crearse un cuerpo, el tormento de un espíritu errante que se desvanece cuando canta el gallo, y que aspira, sin embargo, a su rescate y a su realización. ¡En mí también has vivido largo tiempo, querido pensamiento, querido fantasma! Ya creía haber encontrado la palabra mágica que debe redimirte, ya creía haber descubierto carne y miembros para vestir al espíritu errante, y he ahí que oigo el doblar de las campanas, que lo conducen al reposo eterno; he ahí que la última esperanza vuela, que el último amor se extingue. Yo digo adios a la mansión desierta, y vuelvo entre los vivos. “Porque los vivos sólo tienen razón”. ¡Adios, pues, ensueño de tantos millones de hombres; adios, tú que durante mil años has tiranizado a tus hijos! Mañana se te depositará en tierra; pronto tus hermanas las Naciones te seguirán. Cuando todas hayan partido detrás de tí, la Humanidad será enterrada, y sobre su tumba, YO, mi sólo señor al fin, YO, su heredero, reiré.

Max Stirner.