POESIAS

ES MUY TEMPRANO

Grave inmovilidad .del silencio. La raya el cacareo ale un gallo. También la pisada de un hombre de labor. Pero continúa el silencio. Luego, una Mano distraída sobre mi pecho, ha sentido el latido de mi corazón. No deja de ser sorprendente . Y de nuevo - oh los antiguos días! - mis recuerdos, mis dolores, mis propósitos, caminan agachados a crucificarse en los senderos del espacio y del tiempo. Así se puede transitar con facilidad.

UN AMOR

Por tí junto a los jardines recién florecidos me duelen los perfumes de la Primavera. He olvidado tu rostro, no recuerdo tus manos, ¿cómo besaban tus labios? Por ti amo las blancas estatuas dormidas en los parques, las blancas estatuas que no tienen voz ni mirada. He olvidado tu voz, tu voz alegre, he olvidado tus ojos. Como una flor a su perfume, estoy atado a tu recuerdo impreciso. Estoy cerca del dolor como una herida, si me tocas me dañarás irremediablemente . Tus caricias me envuelven como :las enredaderas a los muros sombríos. He olvidado tu amor y sin embargo te adivino detrás de todas las Ventanas . Por ti me duelen los pesados perfumes del Estío: por tí vuelvo a acechar los signos que precipitan los deseos, las estrellas en fuga, los objetos que caen.

LA LEPROSA

He visto llegar a da leprosa. Quedó tendida junto a la ,mata de azaleas que sonríe en el abandono del hospital. Cuando llegue, la noche, se irá la leprosa. Se irá la leprosa porque el hospital no la acoge. Se irá cuando el día vaya hundiéndose dulcemente en el atardecido, pero hasta el día prolongará sus lumbres amarillas para no irse, para no irse junta con la leprosa. Llora, llora junto a da mate de azaleas. Las Hermanas rubias y vestidas de azul la han abandonado: no curarán sus tristes llagas las hermanas rubias y vestidas de, azul. Los niños, prohibidos de acercársele, han huído par los corredores. La han olvidado los perros, los perros que laman las heridas de los olvidados . Pero la mata de las rosada de las sonrísa única y dulce sonrísa del hospital - no se ha movido del rincón del patio, del rincón del patio donde la leprosa quedó abandonada.

LA CARPA

Arreglábamos entonces un pilotaje derrumbado, en pleno compo austral. Era el estío. En las noches se recogían las cuadrillas, y fatigados, nos tirábamos sobre el pasta o las mantas extendidas. El viento austral cargaba de rocíos la campiña en éxtasis, y sacudía nuestra carpa movediza como un velámen. ¡Con qué extraña ternura, amé en aquellos días, el pedazo de lona que nos protegía, la vivienda que quería mecer nuestro sueño a la vuelta de la jornada agotadora! Después de media noche, abría los ojos, a inmóvil, escuchaba... A mi lado en ritmos iguales, la respiración de los hombres dormidos... Por una abertura oval de la carpe. pasaba el amplio aliento de la noche en los campos. . . De cuando en cuando la angustiosa voz de amor de las mujeres poseías; a intermitentes y lejanos, el alucinado croas de las ranas o el azotar de la corriente del rió contra las obras del pilotaje . A veces, arrastrándome como una cuncuna, salía furtivamente de la. carpa. Al loado afuera me tendía sobre el trébol mojado, la cabeza apretada de nostalgias, con las pupilas absortas en cualquiera constelación. La. noche campesina, clara y oceánica, me mareaba y mi vida flotaba en ella como una mariposa caída en un remanso. Una estrella filante me llenaba de una alegría inverosímil.

MUJER LEJANA

Esta mujer cabe en mis mantas. Es blanca y rubia, y en mis manos la llevaría coma a una cesta de magnolias. Esta mujer cabe en mis ojos. La. envuelven mis miradas, mis miradas, que nada ven cuando la envuelven. Esta mujer cabe en mis deseos. Desnuda está bajo la anhelante llamarada de mi vida y la quema mi deseo como una brasa. Pero, mujer lejana, mis manos y mis ojos y mis deseos te guardan entera su caricia porque sólo tú, mujer lejana, sólo tú cabes en mi corazón.

Pablo NERUDA